La educación es, además de un derecho básico, un deber de las administraciones a la hora de dotar de infraestructuras a un territorio y se ha convertido también en un balón de oxígeno para aquellos municipios pequeños de Castilla-La Mancha que vieron en cinco años cómo cerraban su escuela rural y cómo lograban reabrirla. Es el caso de pequeños municipios de la región como Garciotum en Toledo y Olmedilla de Alarcón o Salmeroncillos en la provincia de Cuenca, cuyos alcaldes y alcaldesas recuerdan con "dolor" el cierre de su escuela y con "alegría" la reapertura.
En la única legislatura en la que el Partido Popular ha gobernado en Castilla-La Mancha (2011-2015), el Ejecutivo regional tomó la decisión de cerrar escuelas rurales que no contaran con un mínimo de once alumnos y llegó a echar el cierre a un total de 69. Con la vuelta del PSOE al Gobierno castellanomanchego, la Consejería de Educación cambió las tornas y comenzó a programar la reapertura de escuelas rurales que tuvieran un mínimo de cuatro niños, hasta el punto de querer mantenerlas abiertas incluso por debajo de los cuatro alumnos este próximo curso.
Pero el éxodo de padres y madres con sus hijos ante el cierre de las escuelas para establecerse en otros municipios donde sí tuvieran un centro educativo complicó atraerlos de nuevo con la reapertura, por lo que no se pudo igualar el número con los cierres y durante la pasada legislatura fueron reabiertas 22.
Este éxodo es una de las consecuencias de las que habla el alcalde de Garciotum, David Palomares, que recuerda, en declaraciones a Efe, que cuando se cerró la escuela rural de su municipio -de 190 habitantes- en el curso 2012/2013 algunas familias se fueron a vivir a Talavera de la Reina y otras a Madrid y, de hecho, el pueblo perdió 25 empadronados.Palomares achaca el cierre a una "vendetta política" del PP contra el PSOE, ya que señala que en Garciotum había 11 niños pero sin embargo Sotillo de las Palomas, gobernado por el PP, tenía diez niños y no le cerraron el colegio. Tras dos años de lucha y la denuncia del caso ante el Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha, que le otorgó la razón al municipio y calificó el cierre de "ilegal", la escuela rural se reabrió con cinco niños.
Además, el Consistorio se puso manos a la obra y exploró fórmulas para atraer población al pueblo, de manera que anunció que a las familias que fueran a vivir al municipio, el Ayuntamiento les pagaría el alojamiento y el material escolar. Con este plan, ha dicho el regidor, Garciotum consiguió que cuatro familias con 11 niños -de Tarragona, León, Talavera y Cervera de los Montes- fueran a vivir a su municipio y que la población escolar creciera hasta los 14 niños -3 oriundos de Garciotum- del curso pasado, el mismo número con el que arrancará el curso 2019/2020.
De igual forma, la llegada de estas familias ha supuesto que se empadronaran 30 personas en el municipio, lo que supone un revulsivo para el pueblo y "sobre todo vida", resalta su alcalde, y "una alegría inmensa". "Un pueblo sin niños no tiene sentido", opina David Palomares, quien ha indicado que este verano el Ayuntamiento ha iniciado otra campaña para incorporar a otras dos familias más para intentar alcanzar los 20 alumnos en la escuela rural.
En la misma línea, la alcaldesa de Olmedilla de Alarcón (Cuenca), Pilar Navarro, ha coincidido en que el cierre de la escuela rural fue "muy triste" porque los vecinos pasaron de "ver a los niños por las calles corriendo" a verlos marcharse a Motilla del Palancar para ir a la escuela y posteriormente a Buenache de Alarcón. "Se fue la alegría del pueblo", ha aseverado, y sin embargo cuando se reabrió la escuela "parece que había más ilusión" y fue como "una inyección de alegría para el municipio".
Y además, dos familias con varios hijos decidieron instalarse en Olmedilla y a pesar de que este año cuentan con cuatro niños para el inicio del curso, la regidora confía en que la escuela rural siga abierta. En el caso de Olmedilla, que tiene censados unos 160 habitantes, las familias no llegaron a marcharse.
También el municipio conquense de Salmeroncillos, con unos 116 habitantes y gobernado por Enrique Guerrero, vio cómo se cerraba su escuela y una serie de familias con dos hijos en edad escolar cada una se marcharon a Sacedón, Guadalajara y Priego, con lo cual hubo casi un 20 por ciento de descenso de habitantes. "Pasamos cuatro años fastidiados", dice Guerrero, que también recuerda que el pueblo tuvo que hacer un esfuerzo económico importante para montar de nuevo el colegio para su puesta en marcha.
Las familias que se habían marchado no volvieron, pero las parejas jóvenes han apostado por quedarse en el pueblo y por la natalidad, de tal modo que hay hasta dos aulas con una decena de niños.
De este modo, estos pequeños pueblos que forman parte de lo que se denomina "España vaciada" han visto cómo tras cerrar sus escuelas rurales, vieron acentuada la pérdida de población, una tendencia que se ha frenado con la reapertura de los colegios e incluso, en algunos casos, han aumentado el número de vecinos.