Profesionales de las áreas de Salud Mental del Servicio de Salud de Castilla-La Mancha han realizado más de 1.200 atenciones a profesionales sanitarios, pacientes ingresados y familiares para el afrontamiento emocional derivado de la emergencia sanitaria por COVID-19.
El Servicio de Salud de Castilla-La Mancha puso en marcha, el día 17 de marzo de 2020, una Estrategia para el afrontamiento del malestar emocional derivado de la situación de alarma sanitaria, cuyas líneas de actuación se mantienen a diferentes niveles. De esta forma, se ha ofrecido una respuesta coordinada sanitaria y social, extendida en diversos ámbitos.
La experiencia de Castilla-La Mancha en el trabajo en Red, donde participan las instituciones, profesionales, personas usuarias expertas, agentes sociales y otros grupos de interés, ha permitido tener una respuesta rápida y colaborativa para optimizar los recursos, de forma dinámica, flexible, con objeto de ampliar las intervenciones al máximo número de beneficiarios posibles y de forma estratificada según sus necesidades.
La metodología empleada se basa en las recomendaciones para el afrontamiento de los problemas de Salud Púbica, es decir prevención universal, prevención selectiva hacia los grupos de riesgo y la indicada en aquellas personas que están en situación de crisis o tienen mayor afectación.
Entre las primeras medidas, dirigidas a la población general, "es muy importante tomar conciencia de que todas las personas formamos parte de una comunidad y podemos seguir conectadas, colaborar, aunque mantengamos distanciamiento físico", tal y como ha señalado la coordinadora regional de Salud Mental del SESCAM, Teresa Rodríguez Cano. También se ha mejorado la accesibilidad a través de consultas telefónicas y otros medios telemáticos, gracias al esfuerzo de los profesionales del área de tecnologías de la información.
Por otra parte, las acciones para la prevención selectiva están dirigidas a grupos especialmente vulnerables y hacia colectivos de riesgo, entre los que también se encuentran los profesionales sanitarios y sociosanitarios. A este respecto, se han formado equipos de profesionales voluntarios, pertenecientes a las áreas de Salud Mental, que han ofrecido su atención a otros profesionales en el ámbito hospitalario, Atención Primaria y emergencias sometidos a estrés por la necesidad de dar una respuesta rápida a los cambios en el contexto de la emergencia sanitaria.
Para ello, se habilitaron teléfonos de contacto para cualquier profesional que necesitase información, asesoramiento o apoyo. Además, el Sescam ya contaba con un procedimiento para la atención a los profesionales intervinientes en situaciones de emergencias que lo pudiesen requerir y cuya existencia ha favorecido la coordinación con los servicios de Servicio de Prevención de Riesgos Laborales de todos los centros.
Casi cien atenciones a profesionales
Hasta el momento se han registrado setecientas noventa y ocho atenciones a profesionales del Sescam y de centros sociosanitarios. Una cuarta parte de las intervenciones han sido a iniciativa del propio profesional y el resto a propuesta de los Servicios de Prevención de Riesgos Laborales, como parte del seguimiento activo y apoyo a profesionales afectados por el Covid-19, o bien por otras vías. El género reportado ha sido mayoritariamente femenino y las categorías predominantes, técnicos en cuidados auxiliares de enfermería o profesionales de enfermería.
"Estos roles profesionales están especialmente implicados en la calidad y calidez de los cuidados, contando habitualmente con el contacto directo hacia las personas. Posiblemente esto les hace más sensibles frente a la situación extraordinaria vivida", ha apuntado la doctora Rodriguez Cano. Las manifestaciones principales referidas son malestar, ansiedad o temor al contagio, sin requerir generalmente atención especializada, sino simplemente información, acompañamiento puntual o durante varias sesiones.
Las intervenciones están dirigidas a reforzar los mecanismos adaptativos inherentes a la propia persona, es decir, las actitudes y pensamientos que les han ayudado a afrontar situaciones difíciles previas, así como los factores de protección, fundamentalmente el apoyo social y del propio grupo.
Por otro lado, se han recogido 441 atenciones a familiares y personas ingresadas por Covid-19. Las intervenciones están orientadas a ofrecer asesoramiento y un primer apoyo emocional para la identificación de los riesgos psicosociales a los que se han estado enfrentando, así como las propias manifestaciones de malestar frente a las limitaciones.
Se promueven también los propios recursos de afrontamiento disponibles (personales, sociales, laborales, comunitarios, etcétera), para minimizar el impacto en la salud a medio y largo plazo. Las manifestaciones más frecuentemente referidas son el sufrimiento por la separación o fallecimiento de los seres queridos, así como la incertidumbre sobre la propia salud o la de los demás. Por eso, en algunos casos, la atención se dirige a apoyar el proceso de duelo de familiares y personas allegadas.
Planificando la fase de recuperación
Por último, entre las intervenciones para la prevención indicada se tendrá en cuenta el seguimiento de posibles complicaciones en personas especialmente vulnerables. Actualmente el Sescam está planificando la fase de recuperación, una vez superada la emergencia y estado de alarma. Para ello es importante enfocar la atención a personas con patologías previas, para evitar descompensaciones, así como a los problemas asociados de los determinantes psicosociales de la salud.
A este respecto, la doctora Rodríguez Cano ha indicado que será primordial reforzar las acciones de coordinación dentro del propio sistema sanitario, fundamentalmente con Atención Primaria, con otros agentes sociales y comunitarios, para atender adecuadamente a los trastornos de la salud y evitar considerar patología lo que son otros problemas vitales.
Las medidas se integran en un programa basado en el aprendizaje continuo mediante la evaluación, actualización del conocimiento y reflexión. La participación de diferentes roles profesionales, el apoyo institucional, la organización del trabajo para dar respuesta a múltiples necesidades, en el ámbito comunitario y hospitalario y el intercambio de experiencias, se consideran factores clave para lograr una mayor calidad de la atención.