El Gobierno de España y las comunidades autónomas decidieron por consenso en el último Consejo Interterritorial de Salud, donde Madrid fue la única que votó en contra, cerrar perimetralmente sus fronteras regionales y marcar una serie de restricciones mínimas para mantener a raya la pandemia de coronavirus durante la Semana Santa, una época festiva que en condiciones normales multiplicaría la movilidad y los contactos sociales en todo el país.
En Castilla-La Mancha, tanto el presidente Emiliano García-Page como el consejero de Sanidad, Jesús Fernández Sanz, informaron el pasado jueves de que del 26 de marzo al 9 de abril el toque de queda se adelantará a las once de la noche (actualmente entra en vigor a las doce) y que el número máximo permitido de personas al participar en reuniones a cubierto, incluido el interior de restaurantes y bares, se reducirá de seis a cuatro.
Además, el máximo responsable sanitario castellano-manchego afirmaba en dicha rueda de prensa que se incorporaría la recomendación de que, en los domicilios, solo permanezcan los convivientes. Sin embargo, en la resolución autonómica publicada al respecto el pasado sábado 13 de marzo en el Documento Oficial de Castilla-La Mancha (DOCM), finalmente dicha sugerencia dejó de ser tal paraincorporarse como una obligación.
En el capítulo "medidas de obligado cumplimiento", el artículo 1.3 de la resolución establece claramente:"En espacios privados las reuniones se limitarán a convivientes". Por lo tanto, del26 de marzo al 9 de abril las familias castellano-manchegas no podrán recibir visitas en sus domicilios ni acudir a otras viviendas de familiares o allegados. De lo contrario, estarán incumpliendo la normativa.