Desde este lunes vuelven las visitas a todas las residencias de ancianos de Castilla-La Mancha, una medida muy reclamada por las familias de los mayores que, aún habiéndose vacunado contra el coronavirus, todavía no podían mantener contacto presencial con sus seres queridos. El Gobierno regional, de esta forma, acaba con la "injusticia" que suponía para ellos no poder recibir visitas debido a una decisión de terceras personas, sus compañeros de centro y los trabajadores del mismo que han optado por no vacunarse o que, por diversas circunstancias personales o laborales, todavía no habían sido inmunizados vía inyección.
Después de un año de lucha tiránica por parte de los profesionales que les atienden en las residencias de mayores y de duras medidas de restricción dictadas por las autoridades sanitarias para contener la sangría provocada por el COVID-19 en este tipo de recursos asistenciales, la vacunación de los residentes y del personal encargado de su bienestar ha permitido ver la luz al final del túnel. La inmunidad de grupo conseguida a base de pinchazos con la firma de Pfizer ha logrado reducir el número de contagios casi a cero. El pasado viernes, la Consejería de Sanidad informaba de que solo se contabilizan ocho casos de COVID en únicamente cuatro residencias de la región. La tranquilidad ha llegado en forma de jeringuilla y, después de lamentar más de 2.000 fallecidos desde marzo del año pasado, las cosas en las residencias ahora se ven de una manera mucho más amable.
Ante este nuevo y esperanzador escenario, el Gobierno de Castilla-La Mancha decidió volver a permitir las visitas a los ancianos hace un mes, el pasado domingo 21 de febrero. Un esperado anunció que de primeras llenó de alegría a miles de familias de la región que llevaban muchas semanas, si no meses, sin poder ver a sus mayores para protegerles del virus. Pero la realidad, en forma de necesaria prudencia y cautela con letra pequeña, transformó la ilusión en frustración. Ni mucho menos se daban las condiciones marcadas para abrir las puertas en todas las residencias castellano-manchegas, que para volver a recibir visitas debían estar libres de coronavirus, someter a un test tener de antígenos -y que su resultado fuese negativo- a todos los familiares que accediesen al recinto y contar con cien por cien de los residentes y trabajadores vacunados. Garantizar la protección de los mayores pese a la radical mejoría de la situación epidemiológica seguía siendo la prioridad... pero la férrea cautela ponía la apertura inasequible pese al anuncio de la Junta.
La imposibilidad por parte de las residencias de dedicar a su personal de enfermería a realizar los test de antígenos a los visitantes, lo que de facto podría repercutir en una imprudente desatención sanitaria a los propios residentes, y sobre todo el escaso número de centros la totalidad de sus empleados y residentes vacunados dejaron a muchas familias con la miel en los labios. Pensaron que ya podían ver de nuevo a sus mayores, cita previa, gel hidroalcohólico, mascarilla y distancia mediante, pero una gran mayoría tuvo que esperar. Un nuevo mazazo después de un año marcado por el aislamiento de los mayores, tan duro como necesario para garantizar su protección. En casi todas las residencias de Castilla-La Mancha había algún trabajador o residente que había decidido libremente no vacunarse, ya que la vacunación no es obligatoria. Las visitas, en todas ellas, seguían estando vetadas.
De la ilusión a la frustración
Esa situación provocó que durante varios días las residencias tuvieran que gestionar como buenamente pudieron la frustración de los mayores y de sus familias, que habían escuchado a los políticos o leído en el periódico que las visitas se reanudaron y que, a la hora de la verdad, se encontraron con que la realidad era otra muy distinta. Fuentes del sector aseguran a este medio que no fue fácil para los responsables de los centros explicar a los familiares que desde la institución donde atienden a su padre o su madre no se les estaba ocultando información o que no había un nuevo brote de COVID sino que, simplemente, estaban cumpliendo las normas y por el momento no podían abrir.
Las quejas hicieron rectificar pronto a la Administración regional, que tardó solo diez días en relajar la normativa. Así, el pasado 3 de marzo se publicaron nuevas instrucciones en el Documento Oficial de Castilla-La Mancha y Sanidad se mostraba más flexible: ya no hacía falta un test negativo de antígenos para ver a los mayores y las visitas estaban permitidas en todos los centros donde la vacunación alcanzase al 90 % de los residentes y empleados.
"Han rectificado y con ese margen de hasta el 10 % de residentes y trabajadores sin vacunar, los centros que no podían recibir visitas ya son mínimos", aseguró en ese momento a EL DIGITAL Francisco José Núñez Alía, presidente de la Asociación de Residencias de la Tercera Edad de Castilla-La Mancha (ARTECAM), que valora muy positivamente para la salud mental y emocional de los residentes la posibilidad de volver a ver a sus seres queridos. Sin embargo, ninguna fuente oficial ha detallado en concreto cuántas residencias seguían hasta hoy con sus puertas cerradas al no cumplir con los requisitos marcados. A este periódico llegaron varias denuncias de familiares con mayores en distintas residencias de varias provincias de la región que no entendían cómo se seguía sometiendo a los ancianos a un encierro ya insoportable cuando llevaban semanas inmunizados tras haber recibido las dos dosis de la vacuna de Pfizer. Frases como "es injusto que mi padre se haya vacunado y yo no pueda ir a verle por la decisión de otros que no han querido vacunarse" se repetían.
Importante excepción
Pero desde este lunes 22 de marzo la situación ha cambiado. Tal y como adelantó en la víspera el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, el Diario Oficial de Castilla-La Mancha ha publicado la Resolución de la Consejería de Sanidad en la que se recoge, de facto, la apertura de todas las residencias de mayores en la región, eliminando los porcentajes mínimos de vacunación requeridos.
Pese a que se mantiene que, para recibir visitas, "el centro debe haber completado la vacunación a residentes y trabajadores", se incluye una excepción que viene a anular dicho requisito: "Se considerará un centro residencial en el que se ha completado la vacunación aquel en el que los residentes y trabajadores han recibido una pauta de vacunación completa, excepto si hay alguna persona en la que la vacuna esté contraindicada o explícitamente rechazada o esté completando su vacunación".
Las visitas, siempre de una sola persona, siguen siendo un máximo de dos a la semana y están limitadas a 60 minutos por cada residente. Además, se realizarán preferiblemente en espacios exteriores, se tendrán que seguir concretando mediante cita previa y se realizarán manteniendo todas las medidas de seguridad en cuanto a distancia e higiene.
También, lógicamente, se mantiene como requisito indispensable para acudir a las residencias que no tengan ningún caso de COVID activo y que los visitantes no presenten cuadro clínico compatible con la infección por coronavirus y que no hayan estado en contacto estrecho con caso sospechoso confirmado, encontrándose por tanto en situación de cuarentena.
Hoy mismo, durante un acto en Talavera de la Reina (Toledo), el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, ha asegurado que el ritmo de vacunación de la población mayor permitirá consolidar un “escenario de movilidad controlada” en las residencias y centros sociosanitarios de la región. Además, ha mostrado su confianza en que, “sin ninguna ligereza”, el avance del proceso de inmunización permita alcanzar una normativa “que creemos que no va a haber que cambiar en adelante”.