Están siendo muy comentadas las declaraciones del director manchego con motivo de la presentación de su última producción cinematográfica en el festival de Venecia. También Penélope Cruz ha hablado abiertamente de su relación con Almodóvar, del que ha dicho que es su referente político.
La relación de Penélope Cruz y Pedro Almodóvar comenzó hace casi 30 años. Lo hizo en un autobús. Ahí fue cuando la actriz debutó con el director en la escena que abría Carne Trémula. Desde entonces el uno ha crecido junto a la otra. Como personas y como artistas. Dos años después, Almodóvar rodaba una de sus mejores obras, Todo sobre mi madre, y ella también estaría a su lado. Y después en Volver, en Los abrazos rotos, en Dolor y Gloria... Cuando uno les ve juntos entiende lo que pasa. Saben lo que piensan con un gesto, con una mirada, pero por encima de todo hay un respeto insobornable por el trabajo del otro.
El director le ha entregado en Madres Paralelas su trabajo más complicado. Y ella ha respondido. El resultado se ha visto en la reacción de la prensa y el público tras los primeros pases en Venecia. Cruz hace uno de sus mejores trabajos, y reconoce que cuando ayer estaba en el Palazzo del Cinema se acordaba de tantos momentos vividos junto a él en Cannes y en otros festivales. Se acuerda también de esa primera escena juntos. “Mi historia con él comienza pariendo en un autobús, fíjate… y con Pilar Bardem. Parecía un ensayo de la vida. El cine tiene algo mágico, premonitorio”, cuenta la actriz tras la resaca emocional de la premiere veneciana.
Pedro Almodóvar le confiesa que la prensa italiana le ha dicho que en este filme han visto su madurez como intérprete: “Ven a esa chiquilla convertida en mujer adulta como actriz y como persona”. Penélope no puede evitar emocionarse, y reconoce que no se imagina su vida sin él. “No sólo mi carrera, sino mi vida sería tan diferente si él no hubiera estado en ella. Es como alguien de mi familia, pero cuando trabajamos esa relación es diferente. Si nos ves no podrías decir si nos conocemos de una semana o de hace 30 años. Hay mucho respeto, pero la confianza está ahí. Yo puedo hacer lo que él me pida porque sé que él está ahí, es mi red de salvación. Me puedo tirar a la piscina porque lo ve todo”.
“Es que es alguien que entra en tu vida y te da tanto como amigo, como maestro de tantas cosas, como inspiración… mi referente político desde que era una niña era él. No era ningún político. ¡Pedro for president! Yo decía: mira, las cosas pueden ser de otra manera. Yo decía, por ahí es por donde hay que ir, y no me refiero a la movida, sino a su mensaje. Me movía muchas cosas por dentro, decía: esa persona tiene que estar en mi vida. Llegar a este momento ha sido todo construido de su mano. También de otros directores que me han dado oportunidades, pero lo que tengo con él… no puedo hablar de lo que he hecho yo. Yo sólo he intentado estar a la altura, darte mi 100%. Me siento muy afortunada”, le dice Penélope Cruz a su amigo y maestro.
Almodóvar devuelve el piropo, y le deja claro que todo lo que ha logrado estaba en ella: “Todo eso eras tú. Son tus ojos, son tus lágrimas, es tu cuerpo, tu canalillo…”. “Pero si tú no me hubieras imaginado… Tú me imaginabas en algo que no había hecho con nadie. Lo veías y me dabas esa confianza”, recuerda Penélope Cruz a quien le ha dado varios de sus mejores papeles en su carrera.
El de Madres paralelas ha sido un trabajo duro. Una película emocional en la que Almodóvar no quería lágrimas. “Cuando ensayábamos siempre acababan abrazadas y llorando, y yo decía ‘No’, porque la vergüenza es algo que te seca por dentro. Me he dedicado a secar las lágrimas”. La actriz recuerda un día en el que repitieron una toma durante toda una tarde. En todas lloraban. Almodóvar la dio por buena, pero ella sabía que a la mañana siguiente la repetirían. Así fue. Estaban tan vacías que no lloraron. Ayer vio el resultado en la gran pantalla: “ahora veo la película y digo ‘que razón tenía una vez más’.
Porque Almodóvar sabe que “los actores tienen facilidad para conectar con el banco de dolor y llorar, pero cuando les viene muy bien llorar lo noto, y las lágrimas no me gustan. Llorar no es bonito en el cine. Lo mejor para la fotografía son las lágrimas a punto de caer. O que caiga una, pero gemir es muy feo en el cine, gemir queda mejor a la hora de follar, pero gemir en el dolor es poco cinematográfico”. Palabra del señor.