Castilla-La Mancha figura, tras Madrid, como la segunda comunidad autónoma que registró en 2020 un exceso de defunciones del 30 %, porcentaje que baja al 12 % en el conjunto de España, si bien en determinadas semanas de abril de ese mismo año, coincidiendo con la primera ola de la covid-19, el aumento de fallecimientos llegó al 400 % en grupos de mayor edad.
Así concluye el estudio ‘Regional excess mortality during the 2020 Covid-19 pandemic in five European countries’, en el que ha participado el profesor de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales de Albacete Virgilio Gómez Rubio, miembro también del Departamento de Matemáticas de la Universidad de Castilla-La Mancha.
Publicado en la revista ‘Nature Communications’, el estudio realiza una estimación y comparativa del exceso de defunciones que se registró en 2020 en cinco países europeos, entre ellos España, utilizando para ello modelos probabilísticos para, a partir de los datos de población y defunciones del periodo 2014-2019, estimar el número de fallecidos que se hubieran contabilizado en 2020 si no hubiera habido pandemia.
El artículo, del que Virgilio Gómez Rubio ha sido coautor, ha concluido que, a nivel nacional, el exceso de defunciones fue del 12 %, si bien Madrid, Castilla-La Mancha y Castilla y León presentan un exceso de muertes de alrededor del 30 %, aunque en determinadas semanas de abril de 2020 este aumento de fallecimientos llegó al 400 % para los grupos de edad más altos.
La investigación, que se ha realizado gracias al apoyo financiero de la Consejería de Educación de Castilla-La Mancha, fondos Feder, Ministerio de Ciencia e Innovación y la Universidad de Castilla-La Mancha, se ha llevado a cabo teniendo en cuenta los grupos de edad y sexo y la división administrativa y semanas concretas y se ha basado en factores como la temperatura media semanal o el hecho de que haya días festivos de una semana concreta.
El proyecto ahora publicado ha contado con la participación de investigadoras del Centro Nacional de Epidemiología del Instituto de Salud Carlos III y con investigadores del Imperial College y la University College de Londres y de las universidades de Bérgamo, Berna y Bristol.