Paco Núñez, presidente del PP de Castilla-La Mancha, no para de recibir alegrías de sus hermanos mayores Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso. Se muere de la risa. El escándalo de los espías que acaba de estallar es la última escaramuza de la vergonzante guerra interna entre facciones de los populares, un episodio surrealista y autodestructivo que, una vez más, ha llenado de tribulación a Paco Núñez y de júbilo al presidente Pedro Sánchez y sus ochocientos propagandistas en la Moncloa. La derecha no está cuando España más la necesita. Esta falta de liderazgo alarmante en el Partido Popular no apunta un buen final: o firman la paz urgentemente o el huracán se lo llevará todo por delante en forma de suicidio colectivo. Lo peor es que un PP menguante y acomplejado perjudica a España y a la democracia. Y entretanto, anda por el medio entristecido un Paco Núñez que probablemente se pregunta cada día al levantarse, acordándose de Estanislao Figueras, si el esfuerzo que se dispone a hacer una mañana más tiene algún sentido en este enloquecido entorno que se precipita hacia ninguna parte. ¡Venga otra ronda!