La madrugada del próximo domingo, 27 de marzo, a las 02.00 horas serán las 03.00 horas y tras adelantar una hora los relojes, comenzará el horario de verano, que se extenderá hasta el último fin de semana de octubre, cuando el reloj volverá al horario de invierno.
El cambio horario forma parte de la Directiva Europea 2000/84/CE que afecta a todos los Estados miembro de la Unión Europea con el objetivo de aprovechar mejor la luz solar por la tarde. Por tanto, el cambio es obligatorio y siempre se produce en las mismas fechas y horas en el conjunto de la UE, de modo que no existe la posibilidad de que un Estado miembro no aplique este cambio de hora.
La Comisión Europea considera que el consumo de energía no es el único aspecto positivo sino también subraya otros impactos sobre sectores como el transporte, las comunicaciones, la seguridad vial, las condiciones de trabajo, los modos de vida, la salud, el turismo o el ocio.
El cambio de hora se remonta a la década de los 70, con la primera crisis del petróleo, cuando algunos países decidieron adelantar el reloj para aprovechar mejor la luz natural del sol y consumir menos electricidad en iluminación.
Desde 1981 se aplica como directiva que se renovaba cada cuatro años hasta la aprobación de la Novena Directiva, del Parlamento Europeo y el Consejo de la Unión, en enero de 2001, que establece el cambio con carácter indefinido.
De este modo, en esta ocasión, con España bajo el estado de alarma, los ciudadanos confinados en sus casas a partir del domingo cuando salgan a aplaudir al balcón a las 20.00 para agradecer la labor de quienes están luchando en primera línea contra el coronavirus lo harán aún con sol.