Hay que ver qué gran despliegue ha hecho la Cope este miércoles en Albacete con Carlos Herrera y todo su equipazo. Un lujo en ese lugar maravilloso que es el Teatro Circo, espacio de emociones y de vidas contadas. Aparte de que yo me muero por los huesitos de María José Navarro, albaceteña universal y la musa que más me enciende los faroles, el desembarco ha sido monumental y el programa todo un lujo. Maravillosa gente. Cuando yo sea mayor, allá por el siglo veintidós, tengo el sueño de navegarme por las ondas y ser la estrella rutilante de la magia y la ironía que hoy es la Navarro, mi castellano-manchega favorita en toda la galaxia. Vuelvan, chicos, por favor.
El caso es que, entre los invitados de Carlos Herrera, ha destacado con luz propia el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, que, efectivamente, está en muy buena forma política. En “plenitud”, que dice él mismo con modestia. No estoy en condiciones de asegurar que el suyo sea un buen gobierno, no del todo, pero políticamente tiene mucha pegada y discurso. Sabe el terreno que pisa, conoce al paisanaje, y tiene muy claro su sitio ideológico: el centro-centro. O sea, jugar a todas las bandas y llevarse las simpatías y los votos de todas partes: El extremo-medio-centro. Comparado con la deriva de Pedro Sánchez, que es su jefe de filas, a Page le compra todo el mundo la receta manchega que tan bien le está funcionando en las encuestas, aunque Paco Núñez, el otro en discordia, no se las crea y quiera exhibir un músculo que todavía no tiene. Aunque puede tenerlo en el futuro, mucho ojito.
Lo del centrista de centro centrado que es Page le ha hecho cierta gracia al Herrera, que le ha repreguntado al presidente de la Junta: “¿Eso es un mensajito a alguien?”. Evidentemente, ha dicho García-Page: “A mucha gente”. Es decir, a Sánchez y a todos los que van del mismo palo radical en la triste España polarizada de hoy en día. La parte que más me gusta de mi presidente regional es que no se corta, tiene su discurso propio y, visto lo visto, discurre por esa Tercera España que a mí siempre me ha gustado tanto y que tanta falta nos está haciendo. El tiempo de los grandes consensos que, según el propio Page, está a la vuelta de la esquina, tal vez mirando los andares de Alberto Núñez Feijóo. “Estamos viendo los últimos momentos del desparrame político en España”, ha sido la otra gran frase de un Page muy sobrao y contra el “frentismo de bloques”, o sea.
En fin, que veo a Sánchez por todos lados como un ectoplasma sobrevolando el Teatro Circo de Albacete, que es el mejor del mundo. La política española del momento no es otra cosa que pan y circo y ficciones, un mundo de mentiras e impostación. Para volver al sosiego y aprender un poco tal vez tengamos que leernos las memorias políticas del expresidente socialista José María Barreda que llevan por significativo título “Historia vivida, historia construida”, y que serán la autobiografía de un político muy de partido, o sea con su sesgo inevitable, pero un tipo honesto y voluntarioso. La historia, en efecto, se vive y se construye.
La batalla de Tolón y Chesco
Milagros Tolón, alcaldesa de Toledo, quiere ser la nueva secretaria general del PSOE toledano y parece que, para conseguir ese objetivo, tendrá que provocar el deshielo con su exjefe de gabinete, Chesco Armenta, con quien las cosas andan regularcillas y distantes. Digamos, tensas. Los dos quieren el puesto, o lo parece, y están condenados a entenderse en una lista única. De lo contrario habrá primarias y esa opción no creo que pueda interesarle a nadie. Tolón, cercana a Pedro Sánchez, y Armenta, en otra onda, tal vez deban aparcar sus diferencias y presentarse en una candidatura de unidad, aunque ellos sabrán las opciones que manejan. En el PSOE de hoy coexisten varios partidos. Si me piden la opinión, yo pienso como Pepe Bono: es normal y razonable que la alcaldesa de Toledo lidere su partido en su ciudad. Pues eso: grandes consensos, que dice Page.