No puedo evitarlo. Está en todos los medios. Me ha saltado a la vista y se ha hecho viral tan sólo en un rato. Es tremendo y demoledor y deja al Gobierno de Pedro Sánchez tiritando de frío y de vergüenza por el acuerdo con Bildu para retirar a la Guardia Civil de Navarra. Supongo que Sánchez, el increíble hombre menguante e inexplicable presidente del Gobierno, imaginaba que el acuerdo con los radicales separatistas vascos iba a provocar sus pildorazos de polémica, pero tal vez no se esperaba un chorreo tan espectacular y contundente como el que ha firmado este miércoles en el Congreso el diputado de Talavera Carlos García Adanero, elegido en las filas de Unión del Pueblo Navarro y actualmente integrante de Navarra Suma. Terrible e impactante.

La intervención de Adanero en vídeo la ha visto ya media España y la otra media tal vez es que no quiera verla. Por el sonrojo. Es un minuto y medio intenso, acusador y hasta doloroso que pone a Sánchez frente al espejo de su realidad y todo lo que está dispuesto a hacer para mantener el poder a toda costa. Repito, a toda costa, digan lo que digan: pasando por encima de lo que sea, sin respeto por la ética y la decencia. Sin escrúpulos, sin vergüenza, sin corazón, o llámese como se quiera y poniendo aquí el nombre de cualquiera de los últimos escándalos del sanchismo que, en cadena y haciendo montón, se van pisando unos a otros y escondiéndose las vergüenzas mutua y sucesivamente. Solo el vertiginoso ritmo de la velocidad desbocada con la que transcurre la actualidad es la causa de que las escandaleras sanchistas se nos vayan quedando antiguas y casi olvidadas ante las feroces novedades que van llegando. En cascada desplomándose por el acantilado de los despropósitos.

El duro discurso de Carlos García Adanero contra el pacto con Bildu por retirar guardias civiles de Navarra.

Ahora, el nuevo pacto con Bildu, convertido además en socio preferente de Sánchez, ha tapado vergüenzas anteriores, como la sedición, la malversación, la valla de Melilla o las estruendosas rebajas de penas por la ley de Irene Montero, aunque las palabras del talaverano Adanero en el Parlamento resuenan con una fuerza que tal vez no se vaya a olvidar. No tan fácilmente. Tal vez, con un poco de decoro, el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, único que asistía en su escaño al enorme chorreo, esta noche no pueda dormir sin turbulencias interiores y encuentre en Adanero algún grito de su propia conciencia y todos los crímenes cometidos por el terrorismo en España, en el País Vasco y en Navarra, a los que el diputado talaverano recuerda y rinde homenaje con sus palabras. Grandeza y memoria histórica. “Es una indignidad y un insulto, política de miserables”, ha dicho Adanero y al ministro Bolaños se le ha puesto cara de querer esconderse y salir corriendo. Pero no ha podido.

Imaginen qué tres grupos parlamentarios del Congreso se han levantado al final para aplaudir a rabiar al diputado. Y cuáles no. El PSOE humillado y sometido. Quién te ha visto.