Juan Carlos Girauta va por libre. Es un tipo alternativo, más o menos un outsider, un verso suelto. Algo así como el enfant terrible de la política española, también del columnismo. Un tío intenso y un voraz antisachista. El anti-woke. Su perfil de indomable, naturaleza eternamente disconforme, le impide sujetarse a la docilidad que exigen las disciplinas de partido y va rompiendo con todo y con todos. Girauta probablemente da los mismos golpes que recibe, pero parece consciente de su incómoda rebeldía y actúa como si las consecuencias las tuviera ya amortizadas. Qué mas da. O es un veleta o el mundo va demasiado deprisa y loco.
Tal vez por eso se ha pasado media vida buscando el acomodo que nunca termina de encontrar. Habla tan claro y tan duro como escribe y se pasa por el forro el "qué dirán". Y se echa unas risas. Ha viajado por el mundo y tiene billete de abonado permanente en la noria de la política española, donde sube y baja casi a su capricho, apeándose en las estaciones y subiendo en las siguientes sin solución de continuidad. Supongo que, en materia de principios y convicciones, ya sólo aspira a ser fiel a sí mismo y romper todos los platos que sean necesarios para conseguirlo. O tal vez sea solo un espejo que proyectar.
No sé si busca ser un transgresor o en realidad lo es, pero Girauta, el político, el escritor, el periodista, el docente, el abogado, se ha subido ya a todos los trenes y ahora, a los 63 años, este barcelonés que trasladó su casa a Toledo en febrero de 2019 harto del separatismo, ha desembarcado como independiente en la candidatura europea de Vox y ha obtenido escaño en la Eurocámara, ya veremos en qué contexto y relación con el partido de Santiago Abascal. Dos perfiles de carácter y una impronta contundente: gente avasalladora que serán lo que sean pero jamás pusilánimes.
Antes de Vox, diríase que mucho antes, Girauta, tras un flirteo maoísta inicial, fue militante socialista en Cataluña y, a partir de ahí, todo lo que después tuvo que venir: candidato varias veces del Partido Popular, diputado de Ciudadanos por Barcelona y Toledo, eurodiputado también por los naranjas y ahora de regreso a Bruselas en un viaje largo, casi infinito, por toda la galaxia y con paradas sucesivas en cada planeta. Buscando la piedra filosofal. De momento, Abascal es la última estación, pero el futuro es imprevisible porque los portazos de Girauta han sonado siempre de forma estrepitosa y abrupta. Ya se verá.
Promotor de la asociación "Pie en Pared" y no sé cuántas cosas más, Juan Carlos Girauta es el contrario mayor de la corrección política en España, adrede un tipo polémico y amigo de Esperanza Aguirre y Marcos de Quinto, aunque su aproximación a Vox ha sido vistosa y progresiva en los últimos tiempos. Andan queriéndose. Su nueva incursión en la política europea es una incógnita que tendremos que seguir de cerca. Un catalán con refugio en Toledo que se larga a Bruselas ya nos irá contando para qué.