El único acusado de la muerte de su socio en un pub de la Albacete en febrero de 2017 ha negado que sea culpable en el juicio que se celebra este miércoles en la Audiencia Provincial de Albacete con jurado popular. "Me dí la vuelta, oí un golpe y me lo encontré muerto en el suelo", ha afirmado.
Ambos regentaban un negocio hostelero en el centro de la ciudad de Albacete cuando sucedieron los hechos, hace ahora dos años. El Ministerio Fiscal pide 25 años de cárcel para el acusado por el asesinato de su socio, el 2 de febrero de 2017.
Según el acusado, el accidente que acabó con la vida de la víctima sucedió en el almacén del local en el que, en ese momento, estaban ellos dos solos. "Me encontré a mi amigo muerto, (...) tumbado boca arriba", ha añadido.
Ha reconocido, durante esta segunda sesión del juicio, que tras el suceso entró en un estado de "shock" que le dejó paralizado y, por consiguiente, no pidió ayuda. De hecho, ha relatado que durante un periodo no concreto de tiempo siguió fumando, bebiendo y haciéndose "rayas" --de cocaína-- "mientras pensaba qué hacer con él".
Minutos más tarde, el acusado salió del local, cogió un coche y se fue a su casa --que compartía con el fallecido-- donde dejó el vehículo. Volvió caminando nuevamente al local donde, tras quitarle los dos teléfonos móviles, cogió el cuerpo y lo metió en el congelador. Después limpió las manchas de sangre, según ha manifestado.
Normalidad ese mismo día
Ese mismo día por la tarde abrió "con normalidad" al público el local que ambos regentaban hasta las 02.30 horas, límite horario que le permitía la licencia en horario de invierno. Salió de allí con uno de sus trabajadores, al que la Fiscalía acusa de encubridor --para quien piden 3 años de prisión-- y tras estar en varios locales de 'La Zona' decidieron marchar a Balazote, una localidad vecina que se encontraba en fiestas.
Fue en el transcurso del viaje, en plena carretera, cuando el acusado confesó lo sucedido al otro procesado. "Le dije que Jesús se cayó, me asusté y lo guardé", ha señalado el acusado, aunque ambos no volvieron a hablar del tema, según ha declarado, pese a que estuvieron hasta el amanecer de fiesta en la mencionada localidad.
No fue hasta varios días después, el 6 de febrero, hasta que el acusado no sacó el cadáver del congelador. Según su versión, el traslado lo hizo solo, sin ayuda de nadie. Así, sacó el cuerpo del congelador, "lo arrastré, me asomé, ví que no había nadie y lo saqué".
Entonces, según su testimonio, lo echó al coche, que previamente había subido encima de la acera, pegado a la puerta y lo llevó a Viveros, otra localidad albaceteña, donde su familia tiene un terreno. Allí lo metió en otro coche donde permaneció hasta que el olor alertó a su padre y decidió deshacerse de los restos quemándolos en una hoguera para, posteriormente, enterrarlos en el huerto del terreno.
Según el testimonio del acusado, pese a que tuvo oportunidad de deshacerse del cuerpo de varias formas, optó por trasladarlo a Viveros para que la Policía encontrara el cadáver "le hiciesen la autopsia y descubriesen que había sido un accidente".
En este sentido, ha negado en varias ocasiones y, ante las preguntas de Fiscalía, que arrancase los sistemas de videovigilancia del bar y que le había requerido la policía durante la investigación para evitar incriminarse. "Las cámaras no llegan hasta el almacén", lugar señalado como escenario del suceso.
A lo largo de todo el relato ha destacado su consumo habitual de drogas, especialmente cocaína, que le ha servido al abogado de la defensa para tildarlo de "desgraciada enfermedad".
La segunda sesión ha sido larga, pues solo las preguntas de la representante del Ministerio Fiscal han ocupado más de 2 horas. Tras esto, el acusado se ha negado a responder las cuestiones de la acusación particular.
Sí ha contestado a las preguntas de las dos defensas-- la suya y la del otro encausado-- que piden para ambos la libre absolución.
Será un jurado popular el que emita el veredicto y tendrán que determinar la autoría de uno de ellos y si el otro procesado ayudó a limpiar la sangre del almacén del establecimiento y a deshacerse del cadáver, delito por el que el Ministerio Público pide tres años de cárcel. El jurado está compuesto por seis mujeres y tres hombres.