Desde que se decretó el estado de alarma el pasado 14 de marzo, las funerarias españolas han estado trabajando a contrarreloj. Todas ellas han tenido que adaptar completamente su protocolo para evitar contagios y su labor diaria ha sufrido un cambio radical.

Además de trabajar con mascarillas, guantes, pantallas, monos e incluso botas de agua, la organización de trabajo que se estaba siguiendo hasta hace unos meses ya no es válida. No se pueden realizar velatorios ni ceremonias y el sepelio está limitado a un máximo de tres familiares.

Desde las funerarias deben mantener el menor contacto posible con los fallecidos, por lo que la actuación debe ser breve y, siempre que la situación lo permita, el cuerpo ha de ser enterrado o incinerado antes de las 24 horas.

En lo que respecta a los familiares, tienen la oportunidad de despedirse siempre y cuando sea en el mismo sitio donde ha ocurrido la defunción, pero una vez que la funeraria recoge al fallecido y realiza sus labores, el féretro se cierra y se precinta.

Pedro Verdejo, coordinador de servicios en la funeraria La Patria (Albacete), ha visto cómo el volumen de trabajo durante el estado de alarma se ha triplicado. "Se está viviendo una situación muy complicada, en la que psicológicamente tenemos que estar muy bien preparados para poder estar a la altura cuando los familiares necesitan nuestra ayuda".

Desde la funeraria sostienen que "es muy duro hacer frente a esta situación porque las personas que no han muerto en su domicilio, sino en residencias u hospitales, no han podido recibir visitas de sus familiares desde que esto empezó". Además, comentan que "al no haber visto al fallecido, es muy complicado comenzar el duelo por su pérdida".

No obstante, Verdejo considera que "el protocolo marcado por sanidad ha sido acertado dadas las circunstancias, priorizando la seguridad de los trabajadores y de las propias familias".

A pesar de hacer frente a la muerte todos los días, esta situación era inesperada. "Cuando te paras, recapacitas y piensas en la cantidad de gente que está muriendo, con su respectiva familia e historia, se genera una angustia dentro de ti. Es una situación inexplicable".