El obispado de Albacete ha remitido a nuestra redacción el valioso testimonio de un misionero de la provincia albaceteña, Javier Plá, que está viviendo en primera persona en Puerto cabezas (Nicaragua) los efectos del huracán ETA.
Este es el texto íntegro en el que cuenta su terrible experiencia:
"El lunes empezaron los vientos fuertes y nos tuvieron en vela toda la noche: oración, miedo, solidaridad y esperanza se entremezclan. El martes amaneció y seguían los grandes vientos y la lluvia hasta que el centro de huracán empezó a atravesamos. Intensificamos la oración y el miedo quería vencernos pero no pudo.
El huracán ETA tenía categoría 4 y llevaba rachas de 300 km por hora. Nos temíamos lo peor. Los árboles caían, las láminas volaban y los techos golpeaban.
A la noche todo amainó y no parábamos de dar gracias a Dios porque todos estábamos con vida.
Llegó el día después y empezamos a ver los efectos. Agradecidos a Dios que prácticamente no hay muertos ni golpeados. Nos cuidó el Señor. Aún no tenemos noticias de si alguien perdió la vida.
Los daños materiales son muy grandes especialmente en las comunidades de Litoral Sur. Allí han desaparecido la mayoría de las casas. En Bilwi vamos conociendo los efectos y yo, por lo que voy conociendo, hay un 30% con afectación total o severa. Otro 30% con graves desperfectos y un 40% con mínimos. El tiempo nos hará ver la realidad.
Llega ahora el tiempo de la reconstrucción y de la solidaridad. Lo más importante es cómo nos ayudamos unos a otros. Vendrá también la responsabilidad del Estado y de la cooperación internacional.
En la parroquia el templo quedó severamente afectado y todos pondrán su grano de arena y seguro nos ayudarán. El seminario, la casa de las Hermanas Lumen Christi y el colegio han sufrido graves afectaciones. En las Carmelitas la incidencia ha sido menor.
Así las cosas, se arreglará primero el Seminario y esperamos que, la próxima semana, allí podamos celebrar las Eucaristías parroquiales hasta que podamos arreglar el techo de la parroquia.
Quiero agradecer a todas las personas que en la prevención al evento dispusieron sus casas más seguras a los más vulnerables. También a los que ya están ayudándonos para levantarnos.
Igual que esos palos de coco que mirábamos inclinarse hasta casi tocar el suelo y luego se levantaban, igual nos levantaremos y seguiremos dando fruto.
GRACIAS sean dadas a DIOS Y LA VIRGEN que nos han acompañado y no nos dejaran de su mano.
Hemos empezado a hacer ayudas de alimentación en los albergues y con algunas comunidades más afectadas. Estamos gestionando algunas ayudas de zinc para los techos de familias más pobres y ya haremos campaña en Puerto y fuera para reconstruir el templo parroquial.
Echemos fuera el miedo y la tristeza que tenemos. Sintamos el brazo poderoso de nuestro Dios y unámonos para ayudarnos a levantar".