"Para bailar manchegas se necesita una buena guitarra y unas postizas". Con esta seguidilla tan popular quedaba inaugurada este miércoles alrededor de las 22:30 horas la Feria de Albacete, una de las mejores de España. El paseo y el pincho, abarrotados de gente que esperaba con ansia volver a vivir este momento tras dos años de pandemia. Abuelos junto a sus nietos -orgullosos de enseñarles este gran evento que llevamos por bandera allá donde vamos-, padres y madres casi tan emocionados como sus propios hijos, amigos que han vuelto a reencontrarse, parejas para las que tal vez sea la primera Feria y otras que ya llevarán unas cuantas a las espaldas... En total, más de 130.000 personas congregadas para presenciar la apertura de la Puerta de Hierros 1.085 días después desde que se cerrara por última vez. Y es que solo los albaceteños sabemos lo que significa esta fiesta y lo que supone volver a pisar los redondeles después de tanto tiempo. Una emoción inexplicable y palpable en cada paso.
A las 18:30 comenzaba la Cabalgata de apertura y las caras de los vecinos hablaban por sí solas. "Mira, mira, por ahí vienen", escucho a mi alrededor. Dos parejas de avanzada de edad están sentadas en primera fila comiéndose un bocadillo mientras esperan a que pase la primera carroza. Tiene pinta de que ya han vivido muchas ferias, pero esta es aún más especial si cabe. El covid se ha llevado por delante a muchos de nuestros mayores y ellos siguen ahí, con la ilusión intacta.
Se empieza a escuchar la música y aparecen los primeros manchegos y serranos. El alma de la Feria. Ataviados con refajos de colores, fajines, medias y esparteñas, bailan al son de las charangas y las bandas de música que les acompañan. Ellos también están emocionados por volver a lucir sus trajes de gala y desfilar por las calles de la ciudad. La alegría se puede ver en su mirada y también en la de los asistentes, que aplauden y ríen sin parar. Este año, 59 carrozas y más de 15.000 personas han sido las encargadas de llevar a la Virgen de los Llanos hasta su capilla en el Recinto Ferial.
Después de cuatro horas de Cabalgata, por fin llegaban al pincho, ese conocido mástil blanco de gran altura que puede verse nada más pisar el Recinto. Para quienes no lo sepan, el lugar de quedada para todos los albaceteños y el sitio al que acudir de inmediato en caso de pérdida. Y allí, bajo la mirada atenta de miles de personas, tenía lugar un mágico espectáculo de fuegos artificiales, música y bailes manchegos.
Minutos después llegaba el momento más esperado. El alcalde introducía la llave en la famosa Puerta de Hierros y, entre los infinitos aplausos de la gente, daba por inaugurada la Feria. En ese instante, una gran avalancha se lanzaba hacia la puerta principal para entrar con el pie derecho. Según dicen, cargado de buena suerte y fortuna. "Qué emoción. Todos juntos de la mano a la de tres", decía un grupo de amigos que rondarían los 14 o 15 años. Detrás de ellos, una multitud de gente esperando su turno.
Pregunto a varias personas de mi alrededor qué supone para ellas volver a vivir esta Feria en toda su esencia después de dos años y todas me responden lo mismo: "Es emocionante reencontrarse de nuevo con amigos y familiares para disfrutar de una fiesta única en todo el país". Uno de los chicos, que nunca antes había venido, me dice que ahora entiende lo que sentimos los de aquí. Pero no sé si alguien que no sea albaceteño de pura cepa puede llegar a sentir lo mismo que nosotros. Una sensación única que vuelve tras más de mil días sin Feria, pero más fuerte que nunca. Porque solo nosotros vivimos todo el año esperando que llegue este momento. Y porque no es una feria cualquiera. Aquí hay espacio para todo el que quiera venir, actividades para todos los públicos a cualquier hora del día y buen ambiente en todas partes. Y si no que se lo digan a las 200.000 personas que han sido partícipes este miércoles.