El acusado de matar a su mujer y su hijastra en Daimiel (Ciudad Real) en febrero de 2017 ha afirmado este viernes que está muy arrepentido. "Tengo mucha tristeza y estoy sin ganas de nada", ha añadido haciendo uso de su última palabra en el quinto día del juicio que se está celebrando en la sección primera de la Audiencia Provincial de Ciudad Real.
Un juicio cuya próxima cita es este lunes, 18 de marzo, en el que se le hará entrega al jurado popular del objeto del veredicto, y determinen si los hechos expuestos durante estos días pueden ser calificado de asesinato, como solicitan Fiscalía y las dos acusaciones particulares, u homicidio, tal y como considera la defensa.
Precisamente la jornada de este viernes ha estado dedicada a la exposición de los motivos de estas consideraciones ya que ninguna de las partes ha modificado sus calificaciones y peticiones de condena al considerar que durante la celebración del juicio han quedado demostradas las razones de unos y otros.
Así la Fiscalía sigue manteniendo que se trata de dos asesinatos con los agravantes de alevosía, ensañamiento y a diferencia con el escrito de acusación, considera que el de parentesco también afecta a la hijastra ya que convivía en el domicilio conyugal, por lo que eleva la petición de pena inicial de los 48 años a los cincuenta, nivelándose así con las peticiones de las acusaciones particulares.
Una sentencia ejemplarizante
Durante su exposición, el fiscal ha pedido al jurado popular "justicia" en nombre de las dos víctimas y "una sentencia ejemplarizante" para dar un claro mensaje de rechazo a la violencia de género y ha calificado el caso como "uno de los más graves" sucedidos en los últimos años.
Ha asegurado "que los problemas de pareja se pueden resolver de otra manera" y más tratándose de una persona "tan integra", en alusión a uno de los argumentos de la defensa, que presenta al acusado como "una buena persona, buen marido y hermano".
Para el fiscal, ha quedado probado que lo sucedido no fue un arrebato, ya que no hay signos de que no hubo discusión previa, que pilló a las víctimas totalmente desprevenidas y no hubo forcejeo ni posibilidad de defensa. En este punto, se ha detenido en el hecho que el acusado no presentaba lesión alguna compatible con una pelea y las víctimas no tenían ningún arma de defensa.
Otro tanto ocurre con la alevosía, ya que tras la exposición de los forense han quedado demostrado que había heridas destinadas únicamente a aumentar el sufrimiento de la víctima, como las cuatro puñaladas que recibió la hija por la espalda, muy probablemente, una vez que ya estuviera en el suelo.
Una conclusión que lleva unida el ensañamiento, y en este punto ha repetido las palabras de los forenses que calificaron las heridas presentadas por las víctimas de "gran brutalidad, insistentes y reiterantes".
Ha querido tomar la voz de las víctimas ya que fueron "privadas del derecho de la vida" y no han "podido explicar lo que sufrieron". Considera que también ha quedado probado que el acusado es una persona imputable al cien por cien y que hay que desechar cualquier eximente referida a su estado mental ya que los exámenes han demostrado que sus capacidades volitivas y cognitivas están íntegras por lo que no cabe hablar ni de arrebato, ni obcecación, ni confesión.
"Un asesinato de libro"
Las acusaciones particulares se han mostrado claras en su calificación del hecho: "Un asesinato de libro", ha manifestado una de las letradas ante la sala en su alegato final y ha coincidido con el fiscal en afirmar que se trata de uno de los "más graves ocurridos en los últimos años por la brutalidad con la que se ha llevado a cabo".
Se ha adherido totalmente a las conclusiones de Fiscalía tanto en la calificación del delito, asesinato, como en los agravantes, así como en la petición de penas, 50 años.
Ha pedido al jurado popular que "no se dejen llevar por la imagen del acusado" porque forma parte de su estrategia que es la de "dar pena y lástima". Para ellos ha quedado demostrado que "mató de forma violenta "concurriendo el ensañamiento" y que no cabe ningún atenuante porque "lo hizo porque quiso y sabía lo que hacía".
"Tuvo un problema que no supo resolver"
Un largo argumentario es el que ha expuesto la defensa en su alegato final en el que ha apelado al "sentido común" de los miembros del jurado popular para hacer justicia en "su justa medida" ya que considera una "barbaridad" la pena solicitada por la Fiscalía y las acusaciones particulares y que puede tener "gran repercusión" para la vida de una persona que ha cometido un error en la vida.
Ha afirmado que su defendido es una víctima "por todas las cosas malas que le han hecho", en referencia al supuesto engaño económico de su esposa, que ha calificado como "abuso importante" y ha apelado a su alegato inicial en el que calificaba al acusado "de un buen hombre, marido y hermano que tuvo un problema que no supo resolver".
Han sido continuas las alusiones a los supuestos problemas mentales que sufre el acusado como eximente en la que ha basado su tesis de que se trata de dos homicidios y no de dos asesinatos. Y ha vuelto a pedir la libre absolución de su defendido y en el caso de que sea condenado, ha pedido al jurado que "se muestre a favor del indulto".