Más de medio centenar de personas han despedido 2019 en el municipio ciudadrealeño de El Robledo con un baño en las gélidas aguas del río Bullaque, desafiando los escasos 2 grados de temperatura que marcaba el termómetro este mediodía.



Los atrevidos bañistas han querido despedir así un año en el que la sequía ha vuelto a amenazar la conservación del río, afluente del Guadiana, que nace aguas arriba del Parque Nacional de Cabañeros y que recorre unos cien kilómetros de la geografía manchega.



Fieles a la cita, como vienen haciendo desde 1995, cuando por primera vez se zambulleron en las aguas de este río para celebrar precisamente que volvía a llevar agua después de que su cauce se secara por vez primera, en el inicio de la década de los años 90 debido a un largo periodo de sequía, los vecinos de este municipio han desafiado al frío y a la niebla para bañarse de nuevo en el río.



Lo han hecho ante la atenta mirada de más de un millar de personas que no se han querido perder la que han denominado ya 'la fiesta del río', en el que estos vecinos despiden el año como se hace también en otros lugares del mundo como La Haya, Moscú o San Petersburgo.



La alcaldesa de El Robledo, Elena Tamurejo, ha declarado a EFE que el chapuzón en el río Bullaque ha vuelto a peligrar este año, después de que este nuevo periodo de sequía dejara prácticamente seco el cauce del río.



A lo largo de estas más de dos décadas de baño, el río siempre ha tenido agua, salvo el pasado año 2017, en el que el río se quedó sin agua y los vecinos tuvieron que bañarse con cubos, en una escasas charcas de agua que quedaban en la zona de baño, ha recordado la regidora.



Este año, el paso de las borrascas de las últimas semanas y el hecho de que el arroyo de Piedralá le haya aportado agua al río Bullaque ha permitido la recuperación parcial de su cauce, lo que ha hecho posible que los vecinos hayan podido despedir el día de San Silvestre zambulléndose en sus aguas.



En esta ocasión, muchos jóvenes con disfraces de todo tipo, que han surcado las aguas del Bullaque en barcas y artificios creados con materiales de desecho, se han unido a la fiesta del río, junto a aquellos que ya llevan 24 años siendo fieles a la cita.



Entre ellos, Martina Alonso que, a sus 75 años, ha vuelto a demostrar su valentía de bañarse en el río y ser incluso la bañista más atrevida, al permanecer más tiempo en el agua.



Alonso, ha comentado a Efe que todos los años piensa que va a ser el último, pero, curiosamente, cuando está en el agua siempre piensa que el último será el siguiente.



Junta a Martina, este año se han bañado también Daniel y Emanuel, dos niños de ocho años que se han animado a acompañar a sus padres en el que ha sido su "bautismo invernal".



El ambiente festivo, con charangas incluidas, ha presidido el baño en el río Bullaque, en el que las grandes hogueras repartidas por la explanada cercana al río se han convertido en el refugio obligado de los bañistas, para recuperar la temperatura corporal.