De las 1.750 hectáreas del Parque Nacional de las Tablas de Daimiel (Ciudad Real) que son susceptibles de encharcarse, actualmente solo están inundadas 49 hectáreas, lo que representa un 2,8 % de la superficie total inundable del parque, convirtiendo la situación en "la crónica de una muerte anunciada".
Esta situación crítica se ha visto agravada por las continuas extracciones y los cultivos intensivos de la zona, a la que se le une la poca capacidad de persecución de las administraciones a las prácticas irregulares, las olas de calor y la sequía, por lo que Efe ha hablado con varios expertos para analizar el estado del parque y cómo afectan todos estos factores tanto a la biodiversidad como a los agricultores.
La Confederación Hidrográfica del Guadiana (CHG), basándose en los estudios del Instituto Geológico Minero de España sobre las reservas del Acuífero 23 o acuífero de La Mancha Occidental que alimenta a Daimiel, indica que hay un déficit de 1.500 hectómetros cúbicos, según ha informado a Efe el presidente de la CHG, Samuel Moraleda.
El técnico en aguas de la organización WWF, Rafael Seiz, ha explicado que "la biodiversidad es la mayor víctima ya que Las Tablas era una zona importante en las rutas migratorias hacia África y ahora muchas especies acuáticas se han quedado sin zonas húmedas para alimentarse o criar".
El déficit hídrico en Las Tablas se ha convertido en la narrativa perfecta para "la crónica de una muerte anunciada", ha incidido Seiz.
Agricultura
Pero la sequía también afecta a los agricultores, para quienes las limitaciones del Plan Especial de Sequías a un 10 % de regadío “ahogan la capacidad para mantener socioeconómicamente sus cultivos”, ha afirmado el presidente de la Comunidad de Usuarios de Aguas Subterráneas (CUAS) Mancha Occidental I, Ángel Vellón.
Pero el presidente de la CHG explica que con “el recurso de aguas subterráneas que ofrecen, la agricultura tendrá que reconvertirse y adaptarse” porque “se extraen más recursos de los disponibles para uso agrícola”, como lo avalan las Redes de Control de Masas de Agua.
Según el representante de CUAS, ya se han tomado algunas medidas como “la actualización de los sistemas de ahorro de riego”.
El representante y miembro del Patronato de las Tablas, Alberto Fernández, ha asegurado que hay unas 41.000 hectáreas ilegales de regadío en la zona del Alto Guadiana y el acuífero 23, de los que se extraen unos 92 hectómetros cúbicos (hm3) al año de forma ilegal.
Una situación difícil de controlar, según Seiz, ya que “la persecución es difícil porque la Administración no tiene suficientes medios técnicos y muchas batallas judiciales se pierden debido al régimen de protección de la Ley de Aguas, muy garantista con el usuario”, además "existen muchos encubrimientos que se escapan al control de la Confederación".
Intereses económicos
También hay intereses económicos en juego porque “la captación de primas y fondos europeos con los cultivos favorece las políticas sectoriales que no desincentivan el uso del agua y pretenden conseguir votos y rédito electoral", lo que "favorece que exista una demanda alta de agua donde no hay recursos suficientes”, ha apuntado Fernández.
"Las administraciones envían un mensaje contrario ya que mientras que la Confederación limita el uso del agua, la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha apoya la intensificación del uso de regadío con ayudas a cultivos como la vid, almendros o pistachos en zonas que tradicionalmente eran de secano", ha añadido.
Según el representante de WWF, desde las administraciones se están tomando otras soluciones como el aporte de 6 hectómetros cúbicos procedente del trasvase Tajo-Segura, o los pozos de emergencia que mantienen en la uci a Las Tablas, lo que ha calificado de "parches".
Esas soluciones son "espejismos acuíferos", según Fernández, "que no corregirán el desastre de la sobreexplotación y la falta de gestión hídrica y solo traerán graves consecuencias”, refiriéndose a la pérdida de caudal agravada por la sequía o los altos niveles de eutrofización en el Tajo.
Vellón, por su parte, no comprende el culpabilizar a los agricultores de la situación en las Tablas, y esperan que “los ciclos de lluvia compensen la situación de falta hídrica”, además ha afirmado que “la Administración debería trabajar por infraestructuras y aportes entre cuencas para el uso de abastecimiento, agrario y medioambiental”.
Desde WWF abogan por “un cambio social referente al desarrollo rural y al uso del territorio, y políticas ambiciosas adaptadas a las circunstancias actuales que reduzcan la presión sobre el acuífero y apoyen al sector agrícola”.
“Si se pierden Las Tablas se pierde el reclamo turístico de unos valores naturales como Parque Nacional y ecosistema, y si continúa la sobreexplotación también se pone en riesgo a las personas que subsisten con los cultivos”, ha concluido Seiz.