Ni la lluvia ni el confinamiento decretado por el estado de alarma ante el avance del coronavirus han callado este Viernes Santo a centenares de tambores que han acudido a la llamada de la Junta Regidora de las Turbas para inundar los balcones de Cuenca con el característico repiqueteo propio de la procesión Camino del Calvario.
La convocatoria, lanzada esta semana a todos los integrantes de Las Turbas, pedía salir a los balcones o ventanas para hacer sonar sus tambores y clarines. "A las 12.00 horas sonará el Miserere en el Reloj de la Torre de Mangana y una vez terminado será el momento indicado para que empecemos a tocar, desde nuestros balcones o ventanas, durante diez minutos", señalaba la Junta Rectora en un comunicado.
Desde la Junta sugerían que todo el que participara debía portar un lazo negro en memoria de todos los fallecidos, como señal de ánimo para los afectados y por los profesionales sanitarios. "Por esos tres años que llevamos sin tener una procesión completa y como homenaje a nuestra Semana Santa que por primera vez, desde la Guerra Civil, ha sido suspendida", ha afirmado.
Cuando Cuenca ha llegado al mediodía, el reloj de la Torre de Mangana ha interpretado el conocido Miserere, siendo interrumpido en sus tonos finales por una turba confinada desde sus balcones como tradicionalmente se hace a pies de la iglesia de San Felipe.
Niños, jóvenes, mayores, etcétera. Nadie ha querido perder la oportunidad en ningún rincón de la ciudad de hacer tocar su tambor, aunque estuviese lloviendo sobre la capital, continuando con esta centenaria tradición que cada Viernes Santo congrega a miles de conquenses y turistas por las calles de la capital de las Casas Colgadas.