Los agentes que detuvieron en 2019 a la expresidenta de Infancia Libre, María Sevilla, encontraron a sus dos hijos pálidos, dentro de una casa con versos de la Biblia en las paredes, y el mayor, por el que está acusada de sustracción de menores, les dijo: "Mi padre no me quiere, me lo dice Dios”.
El Juzgado de lo Penal número 23 de Madrid ha juzgado este jueves a María Sevilla, para la que la Fiscalía pide tres años y medio de prisión y cinco años sin patria potestad de su hijo mayor por no dejar a su expareja ver al hijo de ambos durante más de un año, hasta que fue arrestada el 30 de marzo de 2019 en Villar de Cañas (Cuenca).
La acusación particular solicita cuatros años y medio de cárcel y seis años sin patria potestad, mientras que la defensa defiende la absolución.
El juicio a María Sevilla es el primero a una de las exintegrantes de Infancia Libre que fueron arrestadas en 2019 por no dejar a los padres de sus hijos ver a los menores a pesar de resoluciones judiciales que lo avalaban.
La Policía comenzó a investigar a la asociación en abril de 2019 tras la detención de María Sevilla, Patricia G.A. y Ana María B.V. y de llevar ante un juzgado de Granada a la vicepresidenta del colectivo, Rocío de la Osa.
Sus exparejas coincidían en los hechos denunciados y en los meses siguientes los investigadores policiales llegaron a tener sobre la mesa 22 casos similares y propusieron investigar a Infancia Libre por organización criminal, lo que fue desestimado por la Fiscalía, que archivó la causa por este delito.
Durante le juicio, que ha quedado visto para sentencia, los policías que culminaron la investigación tras la denuncia del padre del menor han explicado que cuando entraron a la casa pudieron ver operaciones matemáticas en los cristales y frases de la Biblia escritas por las paredes.
Cuando se encontraron al niño, que tenía 11 años, su tono de piel era pálido, “como si no le hubiera dado el sol”, y se digirió a uno de ellos diciéndole: ""Mi padre no me quiere, me lo dice Dios”.
Además, los policías se fijaron en que la hija pequeña de María Sevilla, que tiene en común con su actual marido y que tenía entonces 4 años, mantenía una actitud extraña ya que "olisqueaba" el aire y a los agentes cuando se acercaban, y hacía ruidos guturales similares a los del perro que había en la casa.
Sevilla se ha defendido argumentando que no le fue notificado el auto por el que un juzgado daba la custodia al padre, y siempre actuó conforme a las recomendaciones sanitarias que los médicos de la Seguridad Social le habían hecho llegar en 34 informes en los que se pone de manifiesto que existía un riesgo de abuso por parte del padre y recomendaban que no estuviera cerca del hijo.
"El niño mientras ha estado alejado de su padre ha estado perfectamente”, ha asegurado, añadiendo: "Si el padre desaparecía, los problemas desaparecían".
Por su parte, el padre del menor, Rafael Marcos, ha sostenido que desde 2016 una sentencia obligaba a Sevilla a que el hijo pasara fines de semana alternos con su padre, pero que cuando esté iba a recogerlo al colegio para estar con él, justamente el niño no había acudido al centro.
Marcos ha asegurado que los informes médicos que Sevilla le había hecho llegar eran parciales y ha explicado que incluso visitó a una de las psicólogas con las que supuestamente trabaja al niño y pudo comprobar que no lo había visto nunca y el único contacto que había tenido con el menor había si por cartas por medio de la madre.