Elena Manjavacas tenía ocho años cuando se despertó su curiosidad por las estrellas, pero lo que nunca llegó a imaginar es que hoy estaría trabajando para la NASA en el lanzamiento del mayor telescopio puesto en órbita por la humanidad, el James Webb Space Telescope. "Llevo un año viviendo un sueño y creo que bajaré de la nube cuando por fin lo mandemos al Espacio", reconoce con emoción. Un acontecimiento previsto para el próximo 28 de diciembre.
La joven, natural de Mota del Cuervo (Cuenca), recuerda que fue un profesor quien le transmitió su pasión por la astronomía. "Era muy bueno y si nos veía interés por algún tema, nos enseñaba más cosas sobre él. Eso me dio alas", cuenta. Ese mismo año, los Reyes Magos le trajeron un telescopio y una enciclopedia del universo, objetos con los que empezó su pequeña colección. Sin embargo, lo que comenzó como una afición se convirtió en vocación. Elena quería ser astrónoma.
"Al principio, mis padres pensaban que estaba un poco loca porque no conocían a nadie en el pueblo que se dedicase a ello. Lo veían como algo raro y consideraban que era una profesión de hombres. No fue hasta que terminé la carrera cuando se dieron cuenta de que había dejado de ser una fantasía", relata la moteña, que decidió estudiar la Licenciatura de Física en la Universidad Complutense de Madrid.
Después de la Complutense, Elena se doctoró en el instituto Max Planck de Astronomía de Heidelberg (Alemania), pasando también por el Instituto de Astrofísica de Canarias y por el Steward Observatory de Arizona. Posteriormente, trabajó como astrónoma de soporte en el Observatorio W.M. Keck de Hawái durante dos años. Sin embargo, aunque en este último tenía una plaza fija, sabía que no quería pasar allí el resto de su vida. "Decidí que quería algo más puntero y en algún sitio que no estuviera tan lejos de todo. Justo entonces me surgió esta oportunidad y, en ese momento, no tenía ni idea de lo emocionante que iba a ser", señala.
Hace justo un año, la joven se trasladó a Estados Unidos para trabajar en el Space Telescope Science Institute. Concretamente, su labor consiste en poner a punto uno de los instrumentos del telescopio James Webb Space -heredero del Hubble- y preparar las rutinas que se van a usar para calibrarlo. "El telescopio es como un ojo gigante de seis metros, pero hace falta un "cerebro" que interprete los datos. Ese "cerebro" serían los instrumentos que lo componen", explica.
Según cuenta Elena, el lanzamiento de este telescopio marcará un antes y un después en la historia de la humanidad, ya que "nos va a permitir ver cosas que hasta ahora han pasado desapercibidas y vamos a evolucionar en algunos campos que están ahora mismo muy candentes, como el de los exoplanetas". "Tenemos expectativas de que se descubran planetas más pequeños y queremos acercarnos a buscar la Tierra 2.0", revela entusiasmada. Sin embargo, admite que, aunque hay muchas expectativas, "no sabemos cómo funcionará el telescopio hasta que se lance ni tampoco lo que nos vamos a encontrar en el Espacio".
Dificultades extra por ser mujer
No ha sido fácil llegar hasta aquí. La joven de Mota reconoce que, a lo largo de su trayectoria, se ha encontrado con dificultades extra por ser mujer que le han "minado la moral" y le han hecho sentir que no estaba su lugar. Es por ello que considera que aún queda mucho camino por recorrer. "Cuando yo empecé la carrera en Madrid éramos muchas chicas pero, después del master, las mujeres se van perdiendo", cuenta. "Por el bien de la ciencia, deberíamos tener más representación. Un estudio dice que los grupos donde hay más diversidad son los más productivos y tienen ideas muchos más originales", señala.
Pero este no es el único problema con el que Elena se ha topado, sino también con la dificultad de encontrar un trabajo decente en España. "Hacer una tesis no es difícil porque hay becas y muchos sitios. Lo difícil es la transición a un puesto fijo de profesor o de investigador. Hay muchísima competencia y científicos súper buenos en nuestro país. Además, el sueldo no es muy bueno", dice. "Estamos gritando desde hace años para que esto cambie porque al final se pierde mucho talento. Nos hemos formado con becas del Estado y ahora estamos pagando nuestros impuestos fuera. Es una pérdida".
A pesar de que en Estados Unidos la situación es mejor, Elena admite que regresaría a España sin dudarlo, pero "no a cualquier precio". "Yo sigo pensando que es donde mejor se vive y que la calidad de vida no es igual en ningún otro sitio, pero no puedo volver dando pasos hacia atrás después de todo el sacrificio que he hecho durante estos años", comenta.
La astrónoma lleva dos años sin ver a su familia por culpa de pandemia, pero el próximo sábado volverá por fin a su pueblo para pasar unos días con los suyos, a los que reconoce que echa "mucho de menos". "Lo peor de estar aquí es que la gente y la cultura son completamente diferentes. Allí hay mucho ambiente social y todo el mundo está unido, pero aquí cada uno va a lo suyo y no se fían de nadie", cuenta Elena. "Si tienes un trabajo decente, no te vayas de España en tu vida", aconseja entre risas.