Es de propiedad privada, se empezó a construir en el siglo XIV y está ubicado en Sayatón (Guadalajara). Nos referimos al castillo de Anguix, que se encuentra en estado de ruina y, por eso, la asociación Hispania Nostra, que elabora la Lista Roja del Patrimonio (www.listarojapatrimonio.org), lo acaba de incluir en el listado, con el fin de alertar sobre el abandono del mismo. El hecho de estar catalogado como BIC no parece frenarle de la ruina.
El Castillo de Anguix, situado sobre el río Tajo, cuenta con la mayoría de las características propias de las construcciones militares del siglo XIV, aunque pueden observarse, a su vez, varios elementos de las reformas acometidas durante el siglo XV. Entre estas reformas, destaca el muro pentagonal que rodeaba el castillo y que se encuentra, en la actualidad, parcialmente conservado; el muro original, sin embargo, era rectangular.
Debido a sus característicos torreones macizos semicilíndricos, se le otorga también el nombre de “torrejón”. La fortaleza está construida en piedra caliza de sillería y carece de almenas. La puerta de acceso está situada en alto; debía accederse a ella con una escalera que se retiraría en caso de ataque. A excepción de la torre del extremo norte, que alberga una escalera de caracol para acceder a la plataforma, todos los cubos son macizos.
En los sótanos se encuentra una estructura que podría hacer la función de aljibe - estructura empleada para almacenar agua- o servir como almacén o prisión. El patio era muy pequeño, ya que la fortaleza no llegaba a alcanzar los 25 metros en su punto más amplio.
Las primeras noticias de la existencia de una fortaleza en Anguix, aparecen en las crónicas de Abd-al-Rahman III en el siglo XIV. Sobre las ruinas de aquella fortaleza fue mandado levantar un nuevo castillo por Martín Ordóñez hacia 1160, a quien Alfonso VI de Castilla le cedió Anguix en 1136 para la defensa del límite del Tajo. Su viuda, Sancha Martínez, lo donó más tarde a la Orden de Calatrava. En 1328, Alfonso XI de Castilla regaló Anguix a su montero Alfón Martínez, cuyo hijo se casó después con la familia Carrillo de Huete, que heredó el castillo.
Durante los siglos siguientes, el castillo siguió en poder de los marqueses de Mondéjar y en 1710 fue dañado por las tropas austracistas durante la Guerra de Sucesión Española. En 1847 fue adquirido por un vecino de Brihuega, con el que se inició un período de compraventa de la aldea y el castillo; la última venta se produjo en 2005 a una empresa que ha vallado la finca y que tiene como fin crear una explotación cinegética de lujo.