Castilla-La Mancha ha registrado en 2018 niveles de contaminación atmosférica por ozono superiores a los permitidos, con riesgo para la salud humana y para la vegetación. Así se desprende del último estudio de evaluación de la calidad del aire que el ministerio para la Transición Ecológica ha hecho público este martes y según el cual el año pasado se superó el valor objetivo de ozono para la protección de la salud en cuatro estaciones de la red de control de calidad del aire de la comunidad autónoma. En concreto, en los últimos tres años las estaciones toledanas de La Sagra (Illescas), San Pablo de los Montes y la capital, y Azuqueca de Henares (Guadalajara) han superado 28, 38, 31 y 34 veces, respectivamente, los 120 microgramos por metro cúbico de aire permitidos. De hecho, desde 2011 la superación del valor objetivo de ozono para la protección de la salud se ha producido todos los años en dichas partes de la región, a las que hay que sumar, sólo en 2011 y 2012, la zona de la comarca de Puertollano (Ciudad Real).

El valor objetivo de ozono superó el nivel de protección de la salud en el año 2018 en las estaciones ubicadas en La Sagra (Illescas, Toledo), Toledo, San Pablo de los Montes (Toledo) y Azuqueca de Henares (Guadalajara), según los datos que recoge el 'Informe de evaluación de la calidad del aire en España 2018' del Ministerio para la Transición Ecológica que España remitirá a la Comisión Europea antes del 30 de septiembre y que detalla la situación de las distintas zonas respecto a los valores legislados.

También se superó durante el pasado año el valor de ozono para la protección de la vegetación en las estaciones situadas en San Pablo de los Montes y La Sagra (Illescas). A lo largo del periodo 2011-2018, la superación de los niveles de ozono se ha producido todos los años en esas dos zonas y, sólo durante 2011 y 2012, en la zona de la comarca de Puertollano (Ciudad Real).

Según el informe, la calidad del aire en España mejoró ligeramente en 2018 respecto al año anterior, aunque esta mejoría es menos significativa en los contaminantes ligados a los entornos metropolitanos y al tráfico y que son, precisamente los más nocivos para la salud, es decir dióxido de nitrógeno (NO2), partículas (PM10) y ozono (O3).

En concreto, el estudio evalúa dióxido de azufre (SO2), dióxido de nitrógeno (NO2), óxidos de nitrógeno (NOx), partículas (PM10 y PM2,5), plomo (Pb), benceno (C6H6), monóxido de carbono (CO), ozono (O3), arsénico (As), cadmio (Cd), níquel (Ni) y benzo(a)pireno (B(a)P).

Además, se han realizado mediciones indicativas de las concentraciones de otros hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP) distintos al B(a)P. Estos compuestos orgánicos pueden llegar a ser perjudiciales para la salud y están asociados a procesos de combustión y a compuestos como el petróleo, el carbón o el alquitrán.

Depósitos de compuestos

Asimismo, se han medido, pero no se han superado, los valores objetivo los depósitos totales de compuestos como el arsénico, cadmio, mercurio, níquel, benzo(a)pireno y los demás hidrocarburos aromáticos policíclicos, así como los niveles de mercurio en aire ambiente y particulado.

En general se ha observado una ligera mejoría del dióxido de nitrógeno (NO2) en 2018 respecto al año anterior ya que se ha reducido el número de aglomeraciones urbanas que han superado los valores legislados. En concreto, la normativa diferencia entre dos tipos de superación: El valor límite horario, que es una concentración de más de 200 ug/m3 durante una hora) y valor límite anual (media anual de 40 ug/m3).

Así, en 2018 el valor límite horario solo se superó en la ciudad de Madrid, igual que en 2017. Sin embargo, los datos de este informe son anteriores a la entrada en vigor de Madrid Central, por lo que la diferencia de resultado no se podrá observar al menos hasta el próximo informe.

En concreto, el límite legal se superó en la estación de Plaza Elíptica (Madrid), que es "la que peores registros arroja en acumulación de NO2", según el informe. El valor límite anual, sin embargo, se rebasó en cuatro zonas, que son tres menos que el año anterior, ya que dejaron de superar los niveles las zonas del Vallés-Baix Llogregat (Cataluña); Urbana Sur (Comunidad de Madrid) y Bajo Nervión (País Vasco).

Las superaciones durante 2018 se registraron en la ciudad de Madrid, Corredor del Henares, área Metropolitana de Barcelona y Granada y su área metropolitana.

Partículas en suspensión

En cuanto a las partículas en suspensión (PM10), el estudio admite que España siempre ha presentado niveles altos de partículas, en gran parte porque la concentración se incrementa de forma natural por las intrusiones de masas de aire africano.

En 2018, según concluye el informe, se refleja también un descenso del número de zonas que superaron el valor límite diario, ya que frente a las cinco zonas que rebasaron este tope legal en 2017, 2018 se cierre con la superación en un único punto, la localidad de Villanueva del Arzobispo (Jaén).

Igualmente se ha observado una ligera mejoría en el valor límite anual que en 2018 no se identifica "ninguna zona" con superaciones frente a los datos de 2017, cuando sí se rebasó este límite legal en Avilés, Asturias.

Además, en el dióxido de azufre (SO2) tampoco se ha producido ninguna superación de los valores legislados, lo que constituye el mantenimiento de los buenos resultados experimentados en los años precedentes.

Respecto al ozono troposférico (O3), el informe muestra que en 2018 se siguieron registrando niveles elevados en zonas suburbanas o rurales, debido en gran medida a la alta insolación y a la emisión de sus precursores (principalmente NOx y compuestos orgánicos volátiles).

La situación es muy similar a la de años anteriores, si bien se aprecia un mínimo descenso en el número de zonas que superan el valor objetivo para la protección de la salud respecto a 2017 (pasan de 36 zonas a 35 las que superaron el valor objetivo, de las 126 áreas analizadas. En 80 de ellas se superó el valor objetivo y el objetivo a largo plazo en las otras 11 restantes.

Sin embargo, con carácter general y aunque no han sido validados aún por las administraciones, los datos de contaminantes de 2019 muestran un empeoramiento de la calidad del aire, especialmente en el caso del NO2.

Preocupación

El comisario de Medio Ambiente de la Comisión Europea, Karmenu Vella, remitió el pasado 9 de julio una carta a la ministra para la Transición Ecológica en funciones, Teresa Ribera, en la que le trasladaba su preocupación y le solicitaba que se refuercen las medidas de calidad del aire, dado que las superaciones de dióxido de nitrógeno (NO2), que se concentran principalmente en Madrid y en el área metropolitana de Barcelona, siguen vulnerando los límites establecidos por la normativa europea.

Según señala el Ministerio para la Transición Ecológica, se ha trasladado el contenido de la carta a las autoridades de Madrid y Cataluña a las que les ha ofrecido cooperación para implantar medidas adicionales a las que ya existen para que España pueda cumplir los límites comunitarios en materia de calidad del aire y, así, proteger la salud pública y evitar una posible multa por parte del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE).

Aunque el informe del departamento en funciones de Teresa Ribera reconoce que todas las administraciones están adoptando medidas, estas deben intensificarse para lograr la mejor calidad del aire posible.

Efectos para la salud

Los efectos sobre la salud más graves para el organismo de las personas son las PM10 y las PM 2,5, que son las más estudiadas y relacionadas con el mayor número de efectos adversos sobre la salud.

Entre los efectos potenciales relacionados con las partículas en suspensión para la población española figuran la mortalidad, en general por causas cardiovasculares y respiratorias; los impactos sobre el nacimiento, partos prematuros, bajo peso de nacimiento y otras complicaciones; el Alzheimer y el desarrollo cognitivo.

En el caso de la influencia que tienen las PM en la mortalidad observada en España, se estima que el riesgo de sufrirla aumenta en un 0,89% cada vez que se incrementa en 10 g/m3 la concentración del contaminante. Estas cifras resultan más esclarecedoras cuando se dividen en mortalidad cardiovascular y respiratoria, donde los riesgos para el mismo aumento son 0,89% y 2,53%.

Con carácter general, se puede atribuir estos efectos a un mínimo de 26.000 muertes en España desde el año 2000 al 2009, con unos 2.600 fallecimientos al año. También se estima que hay una incidencia significativa de partos prematuros, de modo que 15.860 niños españoles nacieron de forma prematura en España en la última década por las partículas en suspensión.