La pandemia de coronavirus que estos días está sacudiendo los cimientos de nuestra sociedad está dejando muchas historias que sumadas una a una abren camino hacia la salida a una crisis sanitaria sin precedentes. Una de ellas bien podría ser la de Miguel Ángel Azaña, todo un veterano de la sanidad toledana que tendría que firmar su jubilación la próxima semana pero que ha decidido dar un paso adelante en estos momentos tan complicados.
"El 4 de abril cumplo 65 años y era el día de mi jubilación, pero viendo la situación que estamos atravesando he decidido continuar en mi puesto hasta que la pandemia esté controlada," asegura este celador, el de más antigüedad en el Hospital Virgen de la Salud, con 46 años de experiencia a sus espaldas.
Miguel Ángel reconoce que "lo más fácil quizá hubiese sido dar un paso al lado y haberme retirado" algo que no ha hecho porque "siento que tengo el deber moral de arrimar el hombro y poner mi experiencia la servicio de todos."
Dentro del gran engranaje que suponen los servicios sanitarios, su papel estos días también es especialmente complejo y necesario. Desde su puesto en Anatomía Patológica está viendo y viviendo situaciones difícilmente asumibles desde el punto de vista humano. "Terminas el turno y cuando vuelves al día siguiente la cantidad de cadáveres se ha multiplicado," asegura. A ello, hay que unir cuando "llegan los familiares y tienes que decirles que el protocolo no deja que vean a su ser querido que acaba de fallecer."
Otro 'fantasma' con el que tienen que lidiar él y el resto de sanitario es con el riesgo de contagio. Como subrayaMiguel Ángel, "estamos en primera línea de guerra" por lo que demanda que "nos doten con los medios de protección necesarios para trabajar con seguridad."
En este sentido, reconoce que el temor de contraer COVID-19 siempre está ahí. "Claro que puedo contagiarme, pero prefiero pensar que si algún día llega será porque me tenía que tocar y ya está," sentencia.