El exdiputado por Toledo Juan Carlos Girauta, en su habitual colaboración en el diarioABC publica este domingo un artículo sin desperdicio sobre el peligro que supone Pedro Sánchez al frente del país porque sus decisiones acabarán por afectar y perjudicar al conjunto de la ciudadanía.
Girauta compara al presidente del Gobierno con un conductor suicida: "Fuertes vientos enMadrid. También en la isla delMediterráneodesde donde escribo esta página. Tarde o temprano, sin sujeción a ciclos previsibles (fuera de la meteorología son superstición), un vendaval se lo lleva todo. Llega de súbito y se marcha dejando los escenarios de nuestra vida desbaratados, irreconocibles, perdidos para siempre.
Así la operación de las fuerzas contrarias al sistema del 78, que no es que vayan ultimando sus planes, pues un tipo como el narcisista vacuo tiene antojos más que planes, arrebatos más que estrategias, ataques de vanidad más que agenda y una insensatez que le mueve como al piloto temerario amigo de vendarse los ojos. Mira, ha tenido suerte en las dos primeras curvas".
Y continúa: "Por desgracia, en el coche viajamos todos. Si los mitos del humanismo y del progreso disponen de algún anclaje en la realidad (si aún podemos oponer alguna resistencia al sabio y desoladorJohn Gray), es impensable que España haya decidido suicidarse poniendo su futuro en manos de un maniquí deEl Corte Inglésy varios navajeros. España, nada menos.
Los nacionalistas, los analfabetos funcionales y los docentes nos han acostumbrado al auto desprecio, pero hablamos de la vieja nación que alumbró a laEscuela de Salamancay fundó un imperio humanista y mestizo. La gran patria cansada que por fuerza deberá esconder alguna sabiduría pese a las apariencias. La asombrosa construcción del espíritu, de la pluma y de la espada que ha derramado su idioma sobre medio mundo. Todo eso convivirá, adormecido, con este país que ignora su historia y se recrea rebajándose a aprender una inventada, empeñada en enconar conflictos.
Pese a todo, aquí está. A salvo tras la fortaleza europea, con su moneda garantizada, con sus bancos demasiado grandes para caer, con su seguridad y su bienestar. Con tantas razones, en fin, para estar satisfecha que su postración parece el resultado de un conjuro poderoso, la maldición de un enemigo atávico y terrible. España, con tantas razones para mirar adelante, se ha girado, cuello rígido de posesa, hacia su peor pasado. A España, con su meritoria e impecable Constitución, sus años de adiestramiento en las artes de la democracia, suEstado de Derechoconsolidado, se le han cruzado los cables, se ha asilvestrado, se ha puesto a premiar a quienes quieren destruirla y a postergar a quienes desean protegerla.
Girauta duda de que pueda mantenerse esa resistencia viendo como se está normalizando y blanqueando a los enemigos de la nación española:
"Estamos ante una pérdida de sentido. Alguien ha laminado meticulosamente el que había y nada ha venido a llenar el hueco semántico y moral. No merece la pena engañarse, no hay gran motivo para la esperanza. Hace ya demasiados años que a los defensores de la Constitución se nos tiene por radicales, por intransigentes. Que a los auxiliadores empresariales y mediáticos de los golpistas se les considera gente centrada, cabal y tolerante. Que la patraña del diálogo ha dado sus frutos envenenados, esto es, la exaltación pública de los terroristas de laETAsin obstáculo alguno, y la amonestación, más pública aún, a los demócratas que se concentran en elPaís Vascoo enNavarra".