Cada cuatro años, el mundo se paraliza viendo girar un balón. Después de los Juegos Olímpicos, el Mundial de fútbol es la prueba deportiva que más expectación concita a largo y ancho del globo, y este año, Catar no será una excepción. Mucho se ha hablado de la elección de este pequeño emirato como sede mundialista, capaz de cambiar el paso de este deporte para celebrar la cita a las puertas del invierno. En cualquier caso, cuando el próximo domingo 20 de noviembre la selección local y Ecuador inauguren la competición, millares de aficionados pasarán por el país durante las cuatro semanas en las que se dirimirá quién es el nuevo rey mundial del balompié. Lo que quizá no todo el mundo sepa es que muchos de ellos se llevarán en la maleta un pedacito de la cultura de Toledo como recuerdo.
Esta insólita unión entre la ciudad de las Tres Culturas y Catar se produce gracias a Anframa, una empresa dedicada a las manufacturas que elaborará varios de los productos oficiales con los que el comité organizador y la FIFA obsequiarán a las autoridades y representantes de las distintas selecciones. A su vez, estarán disponibles en los distintos puntos de venta oficiales en las ciudades catarís en las que se disputarán las fases de cada grupo.
La colección diseñada por esta empresa dirigida por José Carlos Sánchez tiene un denominador común: la técnica del damasquino o damasquinado. Se trata de un tipo de artesanía milenaria que durante siglos ha sido parte de la identidad cultural de Toledo y que consiste en la incrustación de oro y plata en piezas de acero dibujando diferentes motivos.
Pero el camino para hacer de estas piezas productos oficiales de Catar 2022 no ha sido ni mucho menos sencillo. Durante los seis últimos años, los responsables de Anframa se han afanado en demostrar a los miembros del gobierno catarí que sus piezas de damasquino eran la mejor opción para inmortalizar un momento histórico para su país.
"Desde que se oficializó la elección de Catar como sede para el Mundial de fútbol de 2022, nos pusimos manos a la obra para presentarles una muestras en las que se viera que podíamos crear un buen producto", asegura la directora comercial de Anframa, María Sánchez.
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Pero para llamar a la puerta, esta empresa con sede en Olías de Rey, a escasos kilómetros de la capital castellano-manchega, presentaba tras de sí un bagaje de 15 años de trabajos para el Emirato de Catar, principalmente como proveedor de productos para el Museo de Arte Islámico y el Museo Nacional, una de los edificios más reconocibles del país.
"La idea fue muy bien recibida porque en general nuestras piezas gustan mucho allí". No obstante, todavía quedaban muchas reuniones y bocetos hasta alcanzar la versión final del producto. "A la hora de trabajar en damasquino no vale cualquier diseño y para nosotros también supuso un reto adaptar su idea a nuestro producto, para que luciese bonito y no perdiese la esencia de esta técnica", explica la directora comercial de Anframa.
En este camino, lleno de desafíos para la empresa toledana, el siguiente escollo llegó en el momento en el que el comité organizador de Catar 2022 dio el OK a la colección. "Con la pandemia, todo el proceso se retrasó y al final hemos contado con menos tiempo del que esperábamos para preparar todo", asegura María Sánchez, quien no esconde que "uno de los motivos por los que nos eligieron era porque sabían que podíamos responder a su demanda a tiempo".
No en vano, trabajar para grandes corporaciones y eventos no es algo desconocido para Anframa, que además de en España exporta sus productos a Estados Unidos, México, Colombia, Rusia, Kazajstán o Emiratos Árabes Unidos. Piezas suyas ya han puesto brillo a efemérides como el quincuagésimo aniversario del parque de Disney en Florida o el cuarto aniversario de la muerte del Greco en 2014.
Platos, tarjeteros, cuelgabolsos, gemelos...
La pieza estrella de esta colección dedicada al Mundial de Catar es una edición limitada de un plato de 20 centímetros de diámetro y que está compuesto por 2.022 piezas. "Es el producto que más están promocionando y del que más pedidos hemos recibido", afirma María Sánchez.
Pero no es el único. También han diseñado otro plato con unas dimensiones un poco mayores y motivo diferente, así como un set de regalo para señoras y otro para caballeros. En ellos hay tarjeteros, cajas-espejo, cajas-joyero, cuelgabolsos o gemelos que siguen una misma línea de diseño.
Una técnica milenaria adaptada a los tiempos
Una de las claves para que Anframa se haya consolidado como el principal productor mundial de artículos de damasquinado ha sido saber actualizar esta técnica manual a las circunstancias de los tiempos actuales. Tradicionalmente, las piezas de damasquino son trabajadas minuciosamente de manera manual por los artesanos, una a una, siguiendo un ritmo que es incompatible con pedidos de esta naturaleza.
"Nuestro sistema de producción está mecanizado pero para que nos entendamos, esto no es una churrería", describe de una manera muy gráfica María Sánchez, quien reconoce que "para servir a los precios que nos exige el mercado y alcanzar el volumen necesario para poder exportar, no hemos tenido más remedio que mecanizar parte del proceso".
Pese a esa ayuda, recalca que "todo el proceso se hace con mucho cariño pasando por la mano de especialistas que llevan hasta 50 años en la profesión". "Si no mantuviéramos la esencia de esta profesión, no lograríamos un resultado tan llamativo", sentencia.
La técnica del damasquino, que deriva de la palabra Damasco -capital de Siria- llegó a Toledo cuando la ciudad imperial estaba controlada por los árabes. Ahora, más de mil años después, estas piezas harán el camino inverso para ser parte del legado que dejará el primer Mundial de fútbol celebrado en un país musulmán.