Marta Millanes Sánchez, alumna de la Escuela de Arquitectura de Toledo, ha sido reconocida en la XXI edición de los Premios Cerámica, unos galardones que destacan aquellos proyectos de arquitectura e interiorismo que hagan un mejor uso de los pavimentos y revestimientos cerámicos fabricados en España.
A los premios, organizados y promovidos por ASCER (Asociación Española de Fabricantes de Azulejos y Pavimentos Cerámicos), pueden optar profesionales y obras tanto españolas como de cualquier otra nacionalidad.
En el caso de Millanes, ha sido reconocida en la categoría Poyecto Fin de Carrera -recibirá 5.000 euros- por su proyecto fin de carrera. La entrega de galardones se celebrará el próximo 28 de febrero durante la feria CEVISAMA celebrada en Valencia.
La casa y el pueblo
El enunciado del proyecto fin de carrera de esta arquitecta toledana se fundamentaba en la película Le Mépris (El desprecio, 1963) de Jean-Luc Godard, en la que Brigitte Bardot visita la casa Malaparte. El propósito era suponer que Brigitte se enamoraba de la buena arquitectura y de la vida del golfo de Nápoles y encargaba una casa a la altura de la de Curzio Malaparte en una de las islas del golfo.
Entre la razón y los sueños se toma la decisión de hacer que Brigitte Bardot viva en un pueblo intentándola acercar lo máximo posible a la esencia primitiva que atrae a “emuladores de Ulises” a estas islas desde hace siglos.
En la costa sur de la isla de Ischia existe uno de esos puntos de contacto entre el mar y la tierra mas singulares de todo el golfo. Se trata de una formación montañosa de origen volcánico conectada a la isla mediante un hilo de arena que termina en un conjunto de casas encaramadas a una ladera y que forman un pequeño pueblo de pescadores llamado San't Angelo.
El pueblo de San't Angelo tiene limitado su crecimiento por su contexto topográfico. La ladera está colmatada de viviendas de tipología tradicional mediterránea con cubiertas planas y azoteas. Viendo en las azoteas una oportunidad de crecimiento, se propone una nueva trama urbana sobre la existente. El plano de azoteas se convierte en un folio en blanco donde dibujar una línea que conecte todo el pueblo desde arriba y que baje en determinados momentos a conectar con el pueblo de abajo.
Toda la arquitectura de estas calles aéreas se limita a los elementos necesarios para cruzar de una azotea a otra, es decir, un tapiz de azulejos cerámicos en el suelo dibujando las calles y escaleras tabicadas que salvan las calles de cota inferior y permiten pasar de una azotea a otra.
De este modo, la casa de Brigitte Bardot se convierte en un ejemplo de cómo intervenir en este nuevo pueblo sobre las azoteas. Empezando por el tejado la casa en la azotea tiene paredes pero no techo, deja de ver el horizonte para ver solo el cielo. Los diferentes niveles, los pavimentos y los huecos definen las estancias al aire libre. Desde la azotea se accede a la casa de abajo que se define con un hilo de rincones concatenados entrono a una escalera. Una casa “todo en su sitio”, con rincones de vida coloreados mediante la materialidad de azulejos, textiles y muebles.
La casa se recorre de múltiples maneras, un espacio lleva a otro, de rincón en rincón guiados por el color. Se pone énfasis en el uso de los materiales como calificadores de los espacios dentro de las estancias en blanco de una arquitectura preexistente. Aparecen en los rincones de vida colgados como alforjas amarradas a una escalera que llenan todo de luz. Se utilizan azulejos cerámicos manuales esmaltados con diferentes dibujos para cada estancia según la sensación que se busca generar, intentando anteponer la vida al lenguaje. Para definir los azulejos se tienen como referencia los estudios de Gio Ponti sobre este tema y se propone diferenciar la zona privada de la pública con estos elementos y su paleta de colores.