Mamen Salvador, natural de Los Yébenes (Toledo), se sometió a una reducción de estómago hace dos años y desde entonces su vida ha dado un giro de 180 grados. No solo ha perdido 47 kilos -pesaba 104-, sino que su salud es envidiable. "Antes tomaba una pastilla para la tensión arterial y estaba al límite de la diabetes. Ahora todo eso ha desaparecido", cuenta.
Esta toladana había probado numerosas dietas y tratamientos, pero ninguno funcionaba. Por ello decidió dar un paso más y, tras recabar mucha información sobre el proceso y visitar numerosas clínicas, dio con el Centro Médico Enova. “Quería hacerme algo muy específico, pero primero estaba mi salud. Esto es un proceso largo y necesitaba un sitio que me tratara con mucho respeto. Hasta que lo encontré”, relata.
A partir de ahí, comenzó un período de pruebas y rigurosos controles hasta que los doctores le dieron el visto bueno y por fin entró a quirófano.
Cambio de hábitos
Mamen asegura que esta ha sido una de las mejores decisiones de su vida, pero no solo por la cirugía, sino porque ha reconducido sus hábitos. "Yo antes tenía una relación con la comida totalmente diferente a la que tengo ahora", señala.
"Cada intervención quirúrgica lleva un proceso y cuando te haces una reducción de estómago tienes que aprender a comer de nuevo. Al principio es una nutricionista la que te orienta sobre qué comer y qué no, porque tú no conoces tu nuevo estómago", explica.
"No sabía lo que era estar saciada"
Sobre sus cambios después de operarse, la toledana recuerda que "antes no sabía lo que era estar saciada" y ahora sí. Además, ha pasado a sustituir los alimentos grasos por verduras, carne o pescado y ha incluido el deporte en su rutina diaria.
Pero, sin duda, lo que más ha notado después de la intervención es su cambio de humor. "Yo siempre he sido una persona alegre, pero no era completamente feliz porque tenía mis complejos. Ahora sí lo soy y cada vez tengo más ganas de hacer deporte, de salir, de vestirme y de mirarme en el espejo", concluye.