Este domingo, el programa de Cuatro 'Cuarto Milenio' ha dedicado uno de sus reportajes a las situaciones paranormales que han sentido los trabajadores de un restaurante del Casco Histórico de Toledo. Se trata de 'La Abadía', uno de los espacios más emblemáticos del 'Grupo Vive' compuesto por varios comedores-cueva en la calle Núñez de Arce y donde el espacio conducido por Íker Jiménez ha realizado una investigación para intentar explicar estos extraños fenómenos.
El reportaje ha contado con el testimonio de dos trabajadoras del local que ha contado en el plató sus experiencias. Karla Nuñez recordaba como en una ocasión le tocaba cerrar y cuando bajó a uno de los comedores de la planta de abajo vio a una pareja sentada en una mesa. "Inmediatamente después volví a bajar por la otra escalera y no había nadie. Enseguida me di cuenta que lo que estaba pasando no era normal porque la mesa estaba montada. Subí nerviosa, llorando, a contárselo a mi encargada", aseguraba la trabajadora quien reconocía que "no pude ver observar su rostro pero sí que quien estaba de espaldas llevaba una camisa blanca".
Situaciones similares ha vivido su compañera Karen Membreño. También a la hora de cerrar, justo en el momento en el que se disponía a montar las mesas para dejarlas listas para el día siguiente, "vi a una persona con camisa blanca y pantalón negro, como dice Karen". Cuando regresó, "un minuto después" esa persona ya no estaba pero al volver a subir "veo a alguien sentado en la mesa del fondo, vestida igual pero al que no se le veía la cara". Al preguntar a su encargada por si había más personas en el local, le dijo que "solamente estábamos nosotras dos y la señora de la limpieza". En otra ocasión, recordaba como sin explicación aparente "estaba montando mesas y al darme la vuelta vi un cuchillo clavado en un mueble".
"Habíamos escuchado muchas cosas de otros compañeros pero nunca habíamos vivido situaciones así más allá de la sensación de que te están observando en un momento en el que estás sola", coincidían Karla y Karen.
Olor a podrido
Como parte de la investigación, Cuarto Milenio programó un aislamiento dirigido por Clara Tahoces. En él, más allá de la grabación de una especie de hoja o palo al que no encontraron explicación, la investigadora denotó un fuerte y repentino "olor a podrido" en una de las mesas donde los testigos coinciden en que se suceden los fenómenos paranormales.
"Puede tratarse de clariesencia u osmogénesis, una sensación de olores que aparecen en lugares donde no deberían aparecer porque no hay nada que lo justifique. Suele ocurrir en las apariciones marianas con olores agradables como flores pero nunca lo había experimentado con olores como éste, como de carne podrida", explicaba.
La investigación también contó con el medium del programa Aldo Linares. Sin conocer ningún detalle de lo que allí ocurría, entró al lugar y detalló que sentía "una presencia masculina" a la que describía como "un hombre delgado, con pelo, cejas pobladas, expresión seca y ropa ancha, de judío que mueve las manos como si ocurriese algo".
"Estamos caminando con un minicementerio. Deberían levantar estas piedras porque está ahí abajo", aseguraba señalando un punto que se encontraba junto a la mesa en la que la trabajadora Karla Núñez aseguraba haber visto presencias.
La historia de Joshua
El reportaje también contó con la aportación de los guías toledanos Amparo Bertol y Luis Rodríguez Bausá, encargados de la contextualización histórica del lugar, un edificio que desde que fue construido en el siglo XV ha pasado por las manos del Cabildo de la Catedral de Toledo, del Hospitalito del Rey o del Marqués de Miralrío, de quien todavía se conserva su escudo de armas en la fachada. "En esta zona había muchos judíos conversos que eran perseguidos. De hecho se produjeron muchos incendios", aseguraba Amparo Bertol.
Por su parte, Luis Rodríguez Bausá se paraba en lo ocurrido en el siglo XVII con una mujer llamada Felipa Núñez, quien junto a su marido regentaban un estanco donde se dedicaban al estraperlo -contrabando- de tabaco.
"Un día, en 1645, una vecina entra en el patio de la casa y descubre al matrimonio junto a varias personas más rezando algo que no entendía con libros forrados en tafetán verde". Inmediatamente, el hombre desapareció y Felipa fue detenida por la Inquisición quien se queda con el negocio y la condena a tres años de destierro.
"En los documentos de la época se observa que siempre que se reúne con su abogado, Felipa pregunta por su hijo Joshua, quien se había criado en ese lugar pero desaparece en el momento de la detención y del que no tenemos ningún dato", terminaba explicando.