Hablar de ‘bula’ es referirse a un privilegio. Como privilegiada es la restauración llevada a cabo en la Casa de las Bulas, situada en el corazón del Casco histórico de Toledo. Una intervención que ha permitido que el oculto encanto de este histórico inmueble, situado en una de las entradas de la Judería, vuelva a la vida poniendo en valor la arquitectura popular toledana.
La rehabilitación, que se ha prolongado dos años, ha transformado lo que fue un oscuro local de copas en un luminoso restaurante, promovido por el Cigarral del Ángel Custodio a través de Seguros Soliss -que ha impulsado y financiado la obra- y el Grupo Botero.
La Casa de las Bulas es una digna representante de la arquitectura doméstica vernácula. Se trata de construcciones populares que, debido a su humildad, rara vez cuentan con protección patrimonial, siendo propensas a ser reemplazadas por edificaciones modernas. “Es una arquitectura que no tiene una protección excesiva por lo que muchas veces este tipo de inmuebles desaparecen”, explica el arquitecto José Ramón de la Cal, responsable de su rehabilitación.
'Restauración de reparación'
La intervención respetuosa del inmueble ha seguido el principio de ‘restauración de reparación’, en la que se han respetado las huellas que el paso del tiempo ha ido dejando entre sus muros para recuperar un espacio vivo, en el que cada rincón cuenta la historia que encierra. “Nos gusta jugar con la memoria y el tiempo como materia del proyecto”, concluye De la Cal.
“Cuando tienes algo que está roto, no lo tiras; le das una nueva vida y lo reparas”. Con esta filosofía, el equipo del proyecto ha rescatado todo aquello que hablara del pasado del edificio -desde las vigas de madera hasta el suelo hidráulico encintado en madera- interviniendo para reponer lo perdido con técnicas contemporáneas que permiten el estándar de confort actual, pero sin que la modernidad adquiera un protagonismo excesivo. “La intervención moderna ha entrado con cortesía, distancia, apego y afabilidad sobre lo que ya existe. Hemos actuado sin imponer lo nuevo sobre lo viejo, buscando un equilibrio entre lo antiguo y lo contemporáneo”, explica el responsable del proyecto.
Un claro ejemplo de reutilización es el nuevo uso dado al aljibe, que ahora funciona como depósito de agua del sistema contra incendios. “La reutilización funcional asegura su mantenimiento en el tiempo”, afirma De la Cal, que destaca la importancia de integrar el pasado con las exigencias de la vida actual sin eclipsarlo.
Oficios artesanales
Para lograr este tipo de restauración, el equipo ha trabajado con materiales tradicionales y oficios artesanales. “Los acabados de yeso en los que se nota el paso de la mano del operario, el corcho natural utilizado en paredes de las salas o el cemento de los suelos son materiales de producción muy artesanal”, subraya José Ramón de la Cal.
Además, el uso de técnicas tradicionales y materiales de proximidad permite reconocer la esencia de la Casa de las Bulas pese a que ya no sea la misma. Por ejemplo, se ha evitado el uso del pladur que, según De la Cal, “ha entrado en la ciudad histórica avasallándola”.
En la restauración de la Casa de las Bulas no sólo han intervenido oficios artesanales que firman imponentes artesas de madera de pino de Soria que sirven de cubierta a tres de las cinco salas con las que cuenta el restaurante, sino que también han intervenido artistas locales como María Camisón. Ella y Maarten van Ham firman una espectacular lámpara realizada en cerámica que cuelga varios metros del patio del inmueble. “La idea es que entren jóvenes artistas locales con proyección para que la Casa de las Bulas se convierta en un espacio no solo restaurado, sino lleno de vida, que represente la esencia y el talento local de Toledo”, explica José Ramón de la Cal.
Historia de dos escaleras
Uno de los elementos centrales de esta cuidada intervención es la escalera porque no solo responde a necesidades prácticas de accesibilidad, sino que se ha convertido en un elemento simbólico y arquitectónico que enlaza el pasado con el presente. Su ubicación en el espacio donde estaba la antigua escalera y su disposición en diagonal hacia el patio crean un juego visual inspirado en el estilo barroco. Esta orientación diagonal no solo es una elección estética; ya que también responde a una filosofía de intervención respetuosa con la estructura histórica, evitando imponer elementos modernos de manera frontal o dominante.
“Visualmente, la escalera parece retroceder hacia el fondo, dando la impresión de querer permanecer en un segundo plano, como si quisiera esconderse para no alterar la esencia del edificio original”, explica José Ramón de la Cal.
Además, esta escalera no solo es un elemento estructural que comunica las diferentes plantas y resuelve temas técnicos, sino que forma parte una narrativa arquitectónica dentro del edificio, que respeta y amplifica la historia del lugar, integrando cada elemento nuevo en diálogo con los originales. Así, al subirla, los visitantes perciben una transición hacia una planta noble, que se asocia con un ambiente más privado y reposado, distinto de la planta baja, destinada a usos más públicos y en donde se ha instalado la barra del bar. Además, el ‘viaje’ por sus peldaños permite contemplar una bella yesería islámica y el brocal de un pozo situado en una de las esquinas del patio.
Esta escalera principal, que se desarrolla entre marcos de madera que invitan a ‘cambiar de pantalla’ dentro del inmueble, no es la única existente. Y es que el edificio también cuenta con otra, construida tras la Guerra Civil con técnicas tradicionales de albañilería, que generó debate sobre su conservación puesto que no cumplía con los requerimientos del Código Técnico de Accesibilidad.
Sin embargo, dado el enfoque respetuoso del proyecto, se decidió mantener esta escalera de bóveda tabicada como un ejercicio de conservación de la “memoria de la ciudad”. Este criterio busca no solo preservar los elementos más antiguos, sino también aquellos más recientes que, aunque humildes, contribuyen a mantener el carácter histórico del inmueble. Para adaptar la bóveda sin alterar su esencia, se modificaron aspectos específicos como los peldaños y el descanso de la escalera. De esta forma, el proyecto logra mantener este elemento estructural, otorgándole un protagonismo discreto pero significativo.
Las capas de la historia
Además de rescatar la estructura y el espíritu del edificio, la restauración de la Casa de las Bulas ha permitido descubrir elementos históricos que ofrecen una visión detallada de la evolución de Toledo. En el proceso de restauración, el equipo se topó con elementos arquitectónicos y decorativos que datan de diferentes períodos históricos, los primeros datados entre los siglos X y XI. Entre los hallazgos, elementos ornamentales de cerámica islámica, restos de pinturas cerámicas de cuerda seca renacentistas y cerámicas barrocas de Talavera. Así estrato por estrato hasta llegar a las botellas de Mirinda, testigos de los últimos usos que ha tenido el inmueble.
Uno de los hallazgos más significativos fruto del trabajo arqueológico realizado por Jorge Morín, es la aparición en el sótano del inmueble de una infraestructura hidráulica que pudiera estar vinculada a un espacio destinado a las prácticas de purificación que prescribe el judaísmo.
El restaurante
Cada espacio del restaurante ha sido cuidadosamente diseñado para crear una atmósfera acogedora y mantener la esencia histórica de la casa sin perder funcionalidad. El nuevo establecimiento hostelero, situado en la plaza de Valdecaleros, contará con cinco salas con capacidad para albergar a 150 personas, que se reparten entre la planta baja y las dos alturas del edificio. La idea del Grupo Botero, que gestionará el nuevo espacio, es exportar el modelo de cocina cuidada y cócteles que ya ofrece en sus otras enseñas como ‘La Taberna El Botero’, ‘Niño Malo’, ‘El barrio’, ‘Majareta’ o ‘La terraza del Bú’.
"Las salas han sido diseñadas para que mantengan tanto un confort acústico adecuado utilizando corcho para la absorción del ruido como una atmósfera que respete el carácter de la casa original”, describe José Ramón de la Cal. Un maridaje entre tradición y funcionalidad que permitirá a la Casa de las Bulas integrarse en la oferta cultural y gastronómica de Toledo, ofreciendo a sus clientes una experiencia que irá más allá de la comida para sumergirlos en la historia con una premisa tan sencilla como efectiva: dar al tiempo la oportunidad de seguir contando la historia de la Casa de las Bulas, en la que, a partir de ahora, habrá bula para disfrutar.