MENSAJE DE NAVIDAD - 2019

Buenas noches a todos cuantos, como telespectadores, están viendo Canal Diocesano. Hoy es una noche muy concreta: es Nochebuena. Sólo quiero saludaros y desearos una buena Navidad. Y decir algunas palabras dirigidas a vuestra benevolencia. Son palabras de vuestro Obispo, o de un Obispo de la Iglesia Católica para los que no seáis católicos o cristianos, que habla desde el convencimiento de la importancia que tiene también hoy el Nacimiento de Cristo, el Hijo de María, en el mundo en que vivimos.

No olvido que Navidad significa sencillamente que un día el Hijo de Dios, viniendo a este mundo, encuentra en Belén de Judea sitio para nacer donde los animales comen: en un pesebre. Las pajas son el primer lecho para Aquel que se revelará más tarde como “el pan bajado del Cielo (Jn 6, 41). Y “puesto en un pesebre, se convirtió en alimento para nosotros” (san Agustín). Esta es la enseñanza que ha de penetrar en los corazones de los cristianos, pues indica con sencillez la belleza de nuestra fe. Hay, por supuesto, en Navidad otras cosas, “otras celebraciones”, pero no son las más importantes para quien cree en Jesús de Nazaret.

Por ejemplo: “¿Por qué el belén o nacimiento suscita tanto asombro y nos conmueve?”, se preguntaba el Papa Francisco hace algunos días. Porque manifiesta la ternura de Dios, que necesitamos. Y el don de la vida, siempre misterioso para nosotros, nos cautiva aún más viendo que Aquel que nació de María es la fuente y protección de cada día. No olvidemos por ello que, en Jesús, Dios Padre nos ha dado un hermano que viene a buscarnos cuando estamos desorientados y perdemos el rumbo; Jesús es un amigo fiel que siempre está cerca de nosotros; nos ha dado a su Hijo que nos perdona y nos levanta del pecado.

Pero hay más: el belén o nacimiento de tu casa o el que ves en calles e iglesias nos invita también a “sentir”, a “tocar” la pobreza de Hijo de Dios. Por eso es una llamada a seguirlo a Él en el camino de la humildad, de la pobreza y el despojo, que desde la gruta de Belén conduce hasta la Cruz. Ahí está el gran signo y llamada de Cristo en su Nacimiento: encontrarlo y servirlo con misericordia en los hermanos más pobres, como nos dice Jesús en el Evangelio.

El Nacimiento de Jesús suscita alegría y asombro; también, en algunos, cierto rechazo. Pero es indudable que Nochebuena también es noche de familia, de recuerdos para los que nos dejaron, o sencillamente de recuerdos de otros momentos de nuestra vida en el pasado. Tenéis derecho, queridos amigos, a esta alegría. Yo os la deseo, ahora que por Canal Diocesano puedo ponerme en contacto con ustedes. Feliz Noche y Feliz tiempo de Navidad. Os acompaña mi oración y mi bendición.

Braulio Rodríguez Plaza. Arzobispo de Toledo y Primado de España

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