Miedo, esa es la principal emoción que nos produce. Lo que sea que sintamos como una amenaza a cualquier nivel, lo primero que nos va a hacer sentir es miedo. Dependiendo, después, de nuestra forma de ser, generamos estrategias de afrontamiento y relativización o sentimiento de indefensión y pánico.
Es cierto que, cuanto más se repite una información, del contenido que sea, más importancia adquiere. Y también es cierto que repetir y repetir llega a acostumbrarnos, también en lo que sea, dejando de sensibilizarnos.
Con el tema del coronavirus estamos reaccionando como “predice”la psicología. Se siente una amenaza a nuestra salud con posibilidad de muerte, aunque muy baja, como nos están informando desde Sanidad. Pero el miedo lo sentimos y puede servir para generar dos reacciones: ser conscientes de que debemos “protegernos” y para desarrollar una fobia.
Las personas, por naturaleza, nos sentimos más tranquilas y seguras cuando, ante cualquier situación problema, creemos tener cierta sensación de control. La intranquilidad, miedo e indefensión es proporcional a la importancia que le demos y a nuestra capacidad de influir sobre el problema. En este caso, los más afectados psicológicamente son las personas con un trastorno obsesivo relacionado con miedo a la contaminación y los hipocondríacos. Pero no es necesaria tener ninguna de estas psicopatologías para, en este momento, empezar a desarrollar un miedo que nos va a condicionar para poder hacer una vida normal.
Tengamos clara una cosa: la obsesión y el miedo por un posible contagio nos hará estar permanentemente con ansiedad. Es muy curioso el funcionamiento de nuestro cerebro, cómo nos maneja, y es que hay hipocondríacos que no se ven afectados en estos casos, “tienen su propia enfermedad” a la que tienen miedo y el miedo a ésta les pasa de largo. Son capaces de relativizar y darte las razones por las que hay que estar más tranquilos.
Cuando nos llega información de peligro, nuestro cerebro emocional puede sobre nuestro cerebro racional. Por mucho que intentemos darnos razones de “no pasa nada”, siempre hay un “y si” dictado por la emoción. En situaciones de miedo, siempre la emoción es la que dicta el comportamiento, en un primer momento. Es muy difícil pensar objetivamente, razonar, bajo los efectos de la ansiedad. Necesitamos un tiempo para “ respirar” y poder pensar con más eficacia.
Una emoción negativa no se puede controlar con ninguna razón y, como siempre digo, “razón y emoción no se conocen”. Una emoción negativa de miedo, por ejemplo, como en este caso del coronavirus, sólo se va a controlar con una emoción positiva más fuerte, consistente por ejemplo en una información que nos aporten sensación de control o que disminuya el peligro. Con el paso del tiempo, y viendo que no nos ocurre nada o como lo imaginábamos, también nos tranquilizamos.
Ah, y que no se nos olvide, que estos estados emocionales mantenidos de ansiedad y depresión-indefensión, bajan las defensas… no ayudan. Tranquilidad, porque estos últimos días estamos teniendo información más concreta, lo que nos hace poder relativizar y colocar mejor el nivel de miedo en nuestro cerebro. Anticipar, en general, nos hace vivir en un posible futuro que nuestro cerebro vive como real. En esas anticipaciones, imaginamos lo que puede pasar, cómo nos sentiremos, qué podemos hacer y qué no… pero, en la realidad, no existe esa opción de futuro, tan solo en nuestra imaginación. Anticipar es un mecanismo de falsa sensación de control sobre algo que nos preocupa, dando por hecho que será así como imaginamos. Nuestro pensamiento nos absorbe y nos traslada a una “realidad” que sólo nuestra psique está creando, pero que no existe y que quizás nunca vaya a existir ni de la forma en que ya la damos por hecho. Pensar anticipando, nos hace crear posibles soluciones y estrategias de enfrentamiento a algo que solo nosotros nos estamos imaginando y, mientras tanto, con cierta o mucha ansiedad... para nada. Es distinto anticipar a pensar en un problema real que ya existe y, claro, sobre el que hay que generar soluciones sí o sí, más o menos eficaces. Entonces, anticipar, ni controla ni evita, y sí crea mucho malestar, sobre todo si estamos en un permanente “y si”.
Entonces, en quienes informan, es importante transmitir calma y seguridad. Y, en nosotros, es importante mantener una actitud de confianza en quienes nos informan y de calma y no interferencia en hacer una vida normal con las precauciones que nos están recomendando, solamente. Ante cualquier reacción fóbica es importante ir al psicólogo para no crearnos una psicopatología que perdure después en el tiempo.