El artista valenciano Juan Genovés, fallecido esta madrugada, fue "el pintor de las multitudes, un artista vital que se ha mantenido en activo hasta el último día", según ha recordado la Galería Marlborough en el mensaje en el que ha informado de su muerte. El creador se desarrolló una comprometida y defendió que "el arte todo lo retrata".

Así lo aseveró el pasado mes de diciembre en València, cuando atendió a los medios de comunicación antes de ser distinguido con la medalla de Sant Carles de la Facultad de Bellas Artes de la Universitat Politècnica de València (UPV).

En aquel acto, el artista incidió en la necesidad de que en España se apruebe una ley de Mecenazgo y de que se formara ""una generación de gente con dinero que hicieran de mecenas y compraran obras de arte".

Por ello, instó al público que asistió al evento: "Esta noche voy a rogar porque cada uno de los que esté allí, si en su casa tiene una pared que aún le queda algo de blanco, que compren la obra de un artista joven, que quiten las reproducciones, que son una cosa muerta, y pongan una cosa viva, que cada vez que la miren, ganará esa fuerza que tiene la juventud, porque el arte todo lo retrata".

La pasión por el arte le acompañó toda su vida y, de hecho, comentó que estaba trabajando "demasiado". "Estoy trabajando en unas telas tremendas. Mi mujer me dice 'cuando eras joven pintabas cuadros chiquititos y ahora que eres mayor pintas cuadros enormes', y yo le digo 'bueno, cuando era joven no podía pintar cuadros enormes porque valían mucho dinero y yo no tenía'".

También evocó su producción de juventud y su formación artística: "Nacimos con una ignorancia tremenda. En aquel régimen estábamos cerrados a toda Europa no recibíamos ni una sola revista extranjera. En aquel momento teníamos unos profesores que eran unos enchufados del régimen, los especialistas buenísimos como Josep Renau estaban en el exilio enseñando en las universidades de México y Argentina y a nosotros se no decía que el arte estaba muy resumido".

"ÉRAMOS SABIOS"

"De pintores antiguos, se enseñaba a Velázquez y de pintores modernos a Sorolla. Todo el tiempo con Sorolla, nos decían que dejásemos el color negro, que Sorolla no lo usaba, y nosotros íbamos en contra de los profesores totalmente. Los profesores eran pintores de domingo, estaban muy verdes. Se había inventado todo el cubismo y nosotros nos habíamos quedado en el impresionismo. Además nos decían: 'eso es cosa de franchutes, esos estrafalarios no saben nada, Sorolla es el genio'. Pero nosotros éramos más sabios que los profesores y lo demostramos", relataba el artista.

Sobre sus colegas, lamentaba que muchos habían ya desaparecido.

"Es como un deber que tengo de contar lo que hicimos en aquella época, en la que casi llegamos a tocar el cielo con las manos de felicidad, lo hicimos tan bien que quiero que sirva como ejemplo para los alumnos que empiezan, con tesón y con esfuerzo y con unión se consigue todo y eso es un poco la lección que puedo dar. El alma de la gente joven es tremenda", concluyó.