Un ingeniero informático ha cambiado su vida de ciudad para volver al pueblo e impulsar un proyecto que, como en su caso, lleve a personas del mundo urbano al rural de la mano del teletrabajo, más aún con la pandemia de COVID-19, que ha castigado de forma más dura si cabe a las urbes.
Natural del pequeño pueblo cántabro de Esponzués, en los Valles Pasiegos, Iván Diego, que ahora está afincado en la localidad vecina de Prases, cambió el bullicio de Madrid por la tranquilidad y el verde de la ribera de esta zona.
A un lado dejó las oficinas y los viajes de dos horas de Ciudad a Real a Madrid para trabajar desde su casa, en el jardín o frente al río con su portátil, una fórmula que -según cuenta a Efe- bajo el proyecto "Bitaliza" espera que sea extensible a muchas otras personas, empresas y municipios.
La idea de Diego se sustenta en el teletrabajo con sinergias. Busca instalaciones en las que establecer 'coworking' entre personas con distintos empleos que puedan necesitar un espacio más allá de su domicilio, además de asesoramiento y otros servicios.
"Trabajar sólo en casa está bien, pero tener la opción de ir a un sitio en el que poder, incluso, colaborar con otras personas, que surjan sinergias, es un añadido", subraya.
En su web lo describe "como algo más que un coworking", que aunaría tecnología y conectividad -clave para este proyecto-, teletrabajo y entorno rural.
Lo concibe como un lugar de trabajo, un espacio para eventos y talleres, un centro de aprendizaje de competencias digitales y un punto de encuentro para la colaboración empresarial y de personas. Se trata, explica, de acercar a las personas al ámbito rural y demostrar que se puede trabajar sin problema en un entorno que, además, aporta seguridad, bienestar y salud.
Iván Diego lleva con este proyecto en la cabeza desde hace años, cuando volvía a Ciudad Real de visitar a su familia. Después de romperse una pierna y pasar una larga temporada en Cantabria, se dio cuenta de que, como él, que ya había probado el teletrabajo, otras personas podrían estar interesadas en "volver al pueblo".
"Tengo ganas de quedarme aquí y hacer las cosas que me gustan. Ganarme la vida con ello y al mismo tiempo que ayude a la gente y que el mundo rural tenga más vida", subraya.
Ahora, en un contexto de pandemia, tras un confinamiento y bajo la sombra de un posible rebrote, a las empresas no les ha quedado otra que avanzar hacia fórmulas de trabajo a distancia. "Se ha visto validado todo lo que yo veía como el futuro deseable para mí", reconoce.
Por el momento, está haciendo los cálculos económicos para empezar a funcionar, pero necesita apoyo para ver de qué forma pone en práctica en proyecto, por lo que estudia tanto la vía privada como la ayuda de las instituciones.
Las ventajas a las que apunta van más allá de lo laboral y de las sinergias. En su web, "Bitaliza", señala que "los beneficios colaterales" de su proyecto son el empoderamiento digital de la zona en la que se trabaja, la repoblación rural, la conciliación, la lucha contra el cambio climático, así como la calidad de vida.
Iván Diego lo ve un proyecto "escalable" y "replicable", por lo que ha pensado en ponerse en contacto con el Gobierno de Cantabria para en un futuro disponer de varios espacios de 'coworking' por la comunidad.
El impulsor de esta idea ha hecho una encuesta con 451 respuestas durante el confinamiento sobre el teletrabajo. Un 64 por ciento de los que respondieron comenzó a teletrabajar durante el confinamiento y el 78 % no lo hacía antes de forma habitual.
Los encuestados son personas con un perfil de estudios mayoritariamente universitarios, que en algún momento se han planteado trabajar desde en un entorno rural y con "bastante interés" en disponer de un espacio común en el que desarrollar su labor.
Además, los aspectos más valorados son que haya una conexión a internet de calidad y disfrutar del bienestar, la conciliación familiar y el contacto con la naturaleza que ofrece este tipo de vida, así como la reducción del estrés.