Parece que la crisis del coronavirus lo ha cambiado casi todo, pero hay otras cosas que casi nunca cambian. Sin embargo, a veces hay gestos que tratan de mejorar la sociedad en la que vivimos... aunque los beneficiarios estén a miles de kilómetros de casa.
Algo así ha pasado con el tractor verde que protagoniza esta emocionante historia. Y es que el Rotary Club de Toledo ha contribuido, junto con el Rotary Club Tenerife Sur, a la llegada a su destino de este vehículo tan deseado por la comunidad rural de Etsouali, en la República del Congo.
Etsouali es una pequeña ciudad a unos 180 kilómetros al norte de Brazaville, con recursos naturales (tierras fértiles, lluvias y ríos) que solo pueden ser explotados de forma artesanal. En los trabajos participan los niños, una labor que va en detrimento de su educación, ya que si ayudan a sus padres dejan de ir a la escuela.
El padre Aimable Runyange, congoleño, es el actual vicario parroquial de Bargas (Toledo) y fue quien gestionó la adquisición de un tractor para dicha comunidad. La intención era doble: por un lado se podrían laborar más y mejor las tierras, con el consiguiente beneficio económico, y por otro podría permitir que los niños pudieran continuar su formación en el colegio.
Tras un sinnúmero de dificultades pudo conseguirlo, reuniendo fondos de diferentes contribuciones, con un coste total de unos 8.000 euros, que incluía el tractor y herramientas ya usadas. Todo se envió por barco hasta el puerto de Punto Negro, en dicho el país africano, y allí permaneció varios meses retenido por un trámite final aduanero. La situación fue conocida por el Rotary Club Tenerife Sur, que contactó con el Rotary Club de Toledo, y entre ambos consiguieron la cantidad final de dinero que permitió la llegada a su destino final del tractor junto con 150 litros de combustible.
La alegría y felicidad que supuso la llegada del tractor para la comunidad rural de Etsouali fue celebrada con su gran expresividad, sabiendo todo el beneficio que podría reportarles.