El impacto del Covid-19 va tener su reflejo también en las rupturas de pareja, pues la intensidad y duración de la convivencia impuesta por el confinamiento derivado del estado de alarma ha llevado a muchos matrimonios al límite.
Si el verano era ya de por si una causa habitual para acelerar las desavenencias matrimoniales y de pareja, qué no habrá supuesto el confinamiento al que el Coronavirus nos ha obligado. Si a los problemas de convivencia sumamos los dramas de salud y laborales vividos derivados de esta crisis sanitaria, el resultado es una bomba de relojería que los abogados de familia ya están constatando en forma de mayor negocio debido al repunte de consultas relacionadas con el divorcio, el cuidado y la manutención de los hijos.
Desde principios de mayo existe un nuevo procedimiento legal en España, el Real Decreto 16/20 de 28 de abril, que busca agilizar las modificaciones de las medidas relacionadas con el divorcio para facilitar que los padres puedan adaptar las obligaciones económicas con sus hijos a la nueva realidad laboral generada por la pandemia. Con ello y con todo, la suspensión de la actividad jurídica durante el estado de alarma ha impedido que se presenten demandas de divorcio o separación, y el Poder Judicial no ha publicado datos referidos al segundo trimestre. Es por ello que puede haber muchas parejas que todavía pueden darse una oportunidad y que deberían seguir unos consejos que, por obvios, no está de más recordarlos.
En todas las relaciones existen periodos en los que hay más discusiones o desencuentros. Puede que sea por la acumulación de estrés, por discusiones no resueltas o por problemas externos que, inevitablemente, acaban afectando a la vida íntima. Por ello es clave mantener una buena comunicación. Aprender a hablar es una de las máximas de cualquier relación. Hablar, no discutir. Aunque no se esté de acuerdo en algún punto, hay que escucharse el uno al otro, entender lo que se está diciendo y, así, intercambiar opiniones. Hay que evitar las conversaciones tóxicas o que no llevan a ningún lado y hablar, siempre, con un objetivo: resolver diferencias.
Dar peso a lo positivo siempre ayuda. Hay que darle la vuelta a la situación y, en lugar de hablar solo de lo malo, pensar en lo bueno. ¿Por qué estamos juntos?, ¿por qué queremos seguir con la relación?, ¿por qué nos queremos? Recordar lo bueno nos ayudará a reducir el peso a lo malo y conseguir rebajar la tensión creando un espacio comunicativo más positivo y tranquilo.
Pero hay que tener ganas de cambiar. Una conversación no debe ser un simple intercambio de opiniones. Si hay algo que va mal, se tiene que resolver. Y, para ello, ambos tienen que querer mejorar las cosas y poner de su parte. Los dos. Escuchar las peticiones de nuestra pareja y hacer algo para que la situación mejore es vital. La rutina y la convivencia pueden hacer que no tengamos tiempo de calidad. Ver la tele, limpiar la casa o quedar con los amigos, no es estar con tu pareja. Por eso, es importante dedicarse tiempo el uno al otro, hablar, pasear, ir a cenar o hacer cualquier plan a solas es esencial para volver a encauzar una relación.
Cuidar la vida íntima es muy necesario. En el caso de estar viviendo un momento tenso en la pareja, no hay nada mejor que tener una sesión de caricias, intimidad y sexo. Experimentar el sexo tántrico es una buena opción para volver a conectar a nivel físico y emocional con tu pareja. Hay que quitarse de encima los complejos.
Pero ante todo, respeto. Para solucionar cualquier problema de pareja hay que mantener siempre el máximo respeto. Muchas veces, en el interior de una relación, los nervios y los sentimientos pueden hacernos perder los papeles. Pero si realmente queremos solucionar las cosas, hay que controlar nuestros impulsos y hablar con nuestra pareja como hablaríamos con un compañero de trabajo o un amigo. No eleves la voz, escucha, empatiza y comprende.