El Teatro Real cumplió con la normativa vigente,la cual no exige separación. Así lo ha explicado el presidente de su patronato, Gregorio Marañón, quien adelantó queestudiarán nuevas vías para complacer a todo el mundo, pero no a los que tienen un “sentimiento subjetivo de la seguridad con la norma”.
El pasado domingo, el Teatro Real de Madrid ha suspendido una función de la ópera "Un ballo in maschera", la obra de Giuseppe Verdi, tras lasquejas de varios de los asistentes por falta de distancia de seguridadentre las butacas del público.
La obra, cuyo inicio estaba previsto sobre las 20:00 horas, se suspendió tras las protestas de los espectadores, situados en su mayoría en la parte de arriba del teatro, queconsideraban que no se seguían las correspondientes medidas sanitariaspara frenar la propagación de la pandemia.En un primer momento, la obra se intentó reanudar hasta en dos ocasiones y se llegó a interpretar la obertura de la ópera y el principio del primer acto. Finalmente, la función se suspendió definitivamente.
“Te imaginas que compras un billete de avión y no viajas porque no hay separación”, se ha preguntado Marañón durante la rueda de prensa en la que ha contado queel Real tuvo el domingo un aforo del 51%, por debajo de su aforo actual, fijado en un 65%.
Además ha confesado que está haciendo un “esfuerzo” por entender a los espectadores de la llamada zona “paraíso” que obligaron a cancelar la función del Ballo de Masquera.
A Marañón le resulta "sorprendente" que"algún espectador ni quiera el dinero ni la reubicación", las dos soluciones que planteó la organización a los espectadores que protagonizaron la protesta: "Parece quesolo deseaba que la función no tuviera lugar",ha dicho.
En concreto, a la función asistieron untotal de 905 espectadores,pero se vendieron más entradas para elParaíso(una parte de las butacas de las zonas más altas) y el patio de butacas estaba "medio vacío".