Después de tantos meses de incertidumbre sobre nuestras vidas, sobre lo que existe por ahora, sobre cuándo y cómo acabará ESTO… Después de tantos meses de certidumbre sobre lo terrible, sobre lo que no es imposible que pase y de lo que muchos no quieren ser conscientes… Después de los despueses, psicológicamente estamos experimentando la sensación de que “otro yo” existe dentro de nosotros.
Qué curioso… La traducción sería lo que existe en el mundo de las fantasías, de los DESEOS en mayúsculas. Existe ese “otro yo” que sin darnos cuenta y con los ojos abiertos, sin soñar, echa de menos incluso lo que no ha vivido aún o quizás no viva nunca, eso que sin darnos cuenta nos acompaña cada día paralelo al mundo real… Nuestro pensamiento lleno de imágenes basadas en lo real o en lo creado por el deseo o por el miedo, emociones totalmente contrapuestas. Imaginamos y de paso lo vivimos, sí, y lo sentimos; cosas y situaciones que en el mapa de nuestra vida y de nuestro destino quizás nunca vayan a existir. Muchos son los que experimentan deseos de “experimentar” y sentir lo que nunca tuvieron delante y nunca se imaginaron que llegarían a desear, solo por el gran motivo psicológico de miedo a la pérdida no concretada, miedo a la imposición de perder una parte de vida que tenemos pendiente, miedo a que mientras pasa el tiempo, pase y se vaya esa vida solo imaginada y no disfrutada. Nos convertimos en espectadores de nuestra propia existencia, la que tenemos y la que existe en nuestro cerebro, programada para “otro momento”, momento que nunca se sabe si llegará. Así somos a veces… "luego".
En estas circunstancias de vida, intensificamos las ganas de vivir por la imposibilidad de vivir al máximo, un máximo que ni siquiera sabíamos en que queríamos que consistiese, pero que ahora sentimos que se nos va de las manos... Muchos somos ahora más conscientes que nunca de que la vida no depende, en casi ningún momento, de nuestra voluntad. Nos estamos sorprendiendo, quizás los más sensibles, de ciertos pensamientos en esta situación de represión física y emocional. Unos se cabrean, están en la constante queja, en la constante negación y reactividad ante lo impuesto, están en el contínuo reto a todo y a todos… Y otros se posicionan en las otras opciones y se hacen más conscientes de las otras posibilidades de vidas alternativas, de los otros posibles momentos deseados. Se hacen más conscientes de la capacidad de poder hacerlos realidad con un simple pestañeo, cerrando los ojos, y no solo posibles cerrando los ojos, también posibles lanzándose a hacerlos realidad, porque la vida ES AHORA O NUNCA.
A veces aparece, sin saber cómo, la necesidad de sentirlo todo por si nos perdemos algo… Aparecen los “y si…” creando incertidumbre y ansiedad. No sabemos aprovechar lo real y a lo imaginado le restamos credibilidad, aunque no es menos real por no ser tangible. Solo existe lo que nos produce una emoción, ya sea material o imaginado. Solo existe lo que nos moviliza, nuestro cerebro creador de imágenes y emociones nos hace sentir vivos y eso no podemos pasarlo por alto. La vida real es la de fuera, a la que nos exponemos, pero también la que cada uno llevamos dentro… A veces equivocadas ambas para nuestra estabilidad emocional. Todos tenemos la capacidad y la suerte de poder envolvernos en esas otras opciones y lugares de vida “bonitos” y otros sin embargo se sienten “atascados” y atados en un momento limitado como el de ahora. Todo puede hacerse realidad en nuestra pantalla del cerebro. La posibilidad de pérdida impuesta externamente, no controlable por nuestra parte, nos hace perceptivos, receptivos y sensibles multiplicado por mil. La posibilidad de pérdida nos hace llegar a añorar lo que nunca hemos vivido pero que en nuestro cerebro ha existido y sigue, por las veces que lo hemos reproducido ya antes, gracias al deseo… Ese deseo que convierte en realidad mental todo lo que nos hace vibrar. Nos acurrucamos en nuestros pensamientos, en ese futuro que ya hemos vivido mentalmente y… lo disfrutamos, lo añoramos, nos volvemos nostálgicos de lo que nunca tuvimos y que "ya habíamos vivido"... en nuestro yo privado, en esas emociones solo conocidas y sentidas por uno mismo. Es tan magnífico y extraño sentir a la vez una experiencia que no ha existido, que en el mejor de los casos nuestra psicología al final se decide por volver a cerrar los ojos y seguir disfrutando de lo que sí existe en nuestro yo íntimo, que nos da la vida.
¿Quién no se ha preguntado alguna vez qué estarán haciendo otros mientras mi vida sigue? ¿Cómo está siendo la vida de otros mientras existe la mía? Y ni ellos (los otros, los de otros lugares), ni nosotros, volveremos a tener otra vida, real o imaginada. Porque tengamos en cuenta que aunque la del pensamiento no se vea, TAMBIÉN EXISTE, con la ventaja de crearlo como nosotros queramos… Porque el cerebro os aseguro que no es capaz de diferenciar lo real de lo imaginado y ante las dos versiones reacciona siempre con emociones y sentimientos (otra cosa distinta es la conciencia de realidad).
Así que no nos perdamos esa otra vida también nuestra a la que damos tan poca importancia, la que cortamos mentalmente por poco real, la que SÍ EXISTE, la que podemos "ver y sentir" cada vez que queramos, esa otra vida creada paralelamente que compensa a la que nos enfrentamos cada día, por narices. Soñar despierto es una de las más maravillosas capacidades del cerebro en la que nos recreamos mentalmente como queramos y el tiempo que queramos, y existe todo, absolutamente todo lo que en la realidad nunca, quizás, pueda ser. Es la suerte de ser felices con y mientras vivimos nuestro otro mundo tumbados en el sillón, por ejemplo.
Mientras nuestra vida "de fuera" tiene límites, la interior es infinita… y solo nuestra y “REAL” tanto para las emociones de tristeza, alegría, ilusión, miedo… pero ya que somos libres de crearla, hagámoslo de la manera más excepcional que deseemos, SIN MIEDO, Y SÍ CON LAS EMOCIONES DE LOS COLORES MÁS BONITOS.
Ana M. Ángel Esteban espsicóloga clínica y sexóloga.
Consulta en Toledo yonline. Teléfono615224680.
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