Con más de 7.600 programas en la televisión autonómica, 'El Campo' se ha convertido en una especie de "catecismo" para el sector agrario de Castilla-La Mancha. Concebido como "una cooperativa de periodismo, agricultores y ganaderos", no solo se ve en las pantallas de todos los rincones de la región, sino que ha traspasado fronteras y ha llegado incluso a las antípodas.
Así lo ha relatado el director y presentador del programa, Jorge Jaramillo, que ha concedido una entrevista a Europa Press con motivo del décimo aniversario de 'El Campo'. Este "predicador del ruralismo", como se declara, acumula con humildad más de 20 premios desde que hace dos décadas se especializase en este tipo de contenidos en la radiotelevisión autonómica.
Su programa de televisión 'El Campo' y el de radio 'A pie de campo' son un servicio esencial para el sector agroalimentario de la región ¿Cuál es el secreto del éxito?
El primer sorprendido por el impacto que tiene el programa soy yo. Mi padre bromea conmigo y me dice: "¿Cómo has llegado a este sector cuando no tienes ni una hectárea a tu nombre?". El éxito de 'El Campo' es la audiencia, la que nos confirma diariamente que las noticias que presentamos y analizamos son lo que están esperando y demandando. En la Escuela de Agrónomos de Albacete me dijeron que este programa se percibe como la extensión de la vieja oficina comarcal agraria, pero del siglo XXI y llevado a la televisión. Abordamos informaciones que pasan desapercibidas. Buscamos un formato que fuese como una gestoría. Creo que el programa es como una cooperativa de periodismo de servicio público y de agricultores y ganaderos.
Después de llegar a 75.000 espectadores y tener un 70% de fidelidad, ¿vive pendiente de las audiencias?
Ese minutado existe diariamente en un programa de televisión. No podemos estar de espaldas a él. Es una información que sirve para reaccionar cuando hay una variación notable. Pero siempre digo a mis compañeros de equipo, Ángel Sánchez-Crespo, Aurora de Pablos, Blanca Lozano, Noelia Ortega, Ana Sillés y a todos los que trabajan con nosotros, que ésta no es la pista principal. Para nosotros el audímetro está en los correos que recibimos semanalmente, en los 'Whatsapp', en las llamadas de teléfono e incluso en cartas postales que nos llegan pidiendo que aclaremos cualquier cuestión. Esa es la mejor prueba de que la gente está ahí. Como empresa de servicio público, la audiencia no nos tiene que hacer perder la perspectiva.
¿Qué le emociona más: los premios, los halagos de los ministros o llenar auditorios en los pueblos de la región a donde acude?
Es un halago recibir este tipo de comentarios porque nosotros trabajamos con la vocación de aportar. Esos comentarios nos hacen pensar que vamos por la buena dirección. Me emociona mucho cuando tengo la ocasión de tener un tú a tú con agricultores y ganaderos anónimos, que no nos conocemos de nada, pero nos ven y nos dan las gracias por ayudar a visibilizar y a sacar adelante el sector. Para mí es una prueba fehaciente de que estamos todos en el mismo barco y remamos todos en la misma dirección. Eso es lo que más emociona. Mucho más que el que te puedan reconocer, porque la televisión es el peaje que tiene y lo digo en positivo.
Jorge Jaramillo, ¿es más conocido que el consejero de Agricultura?
Nooooo (Risas). En ese sentido no hay motivo para hacer ninguna comparación. Es inevitable que si la gente ve el programa, te pueda reconocer, igual que a cualquier político, consejero, ministro o persona que tenga una proyección pública. No me mueve el ser más o menos popular. Lo que quiero es que todo el esfuerzo que ponemos en este programa sirva para algo y de momento, por el retorno que tenemos, parece que es así.
Si no me equivoco, 'El Campo' traspasa fronteras y se ha visto hasta en China.
En la entrega del premio que el Ministerio de Agricultura concedió al programa, en el momento de la foto, el por aquel entonces ministro, Miguel Arias Cañete, me dijo que conocía el programa porque su hijo, que estaba en China trabajando, lo seguía a través de Youtube y se lo recomendó. Otro día, trabajando en el programa de radio, recibí un correo de un agricultor que trabajaba para una bodega en Nueva Zelanda, en las antípodas, que básicamente me daba las gracias por ser el nexo con su tierra y por ayudarle a llevar mejor la distancia. Ocurrió lo mismo con una persona que nos escribió desde California. Fíjate lo importante que puede ser para nosotros, como medio público, saber que no solo aportamos información, sino que servimos de acompañamiento para mucha gente que nos ve desde fuera. De hecho, nos escribe gente de otras comunidades y desde otros países, como el Reino Unido por el tema del Brexit.
Estos días de atrás las macrogranjas han desencadenado una batalla campal. ¿Cómo se ha visto desde 'El Campo'?
En este debate hay que conciliar los intereses de dos partes. Por un lado, los del sector productor, que tiene derecho, y así lo reivindican las asociaciones agrarias, a crecer de una manera sostenible. Se trata de una actividad muy controlada, con un sistema de seguridad alimentaria increíble, que hay que tener presente en el debate, porque luego, si se lleva al conflicto político, se pierde la perspectiva. Hay que tener en cuenta el valor de la producción porcina de regiones como la nuestra, que es líder, genera empleo y permite asentar población. Y luego está la sensibilidad de otra parte de la ciudadanía, que está pidiendo que el impacto sea mínimo, como dice la PAC. Las dos partes tienen que escucharse y encontrar un punto de acuerdo para que todo sea compatible. De hecho, la propia moratoria del Gobierno de Castilla-La Mancha habla de conciliar esas dos partes.
En esta década en la que lleva siendo testigo directo de lo que ocurre en el campo de la región, ¿ha mejorado la situación de sus profesionales? ¿Ha contribuido con su programa a que así sea?
'El Campo' contribuye a visibilizar y a dignificar el esfuerzo del sector. Para decir si contribuye o no a su mejora, tendríamos que escuchar a más partes. Indudablemente, el campo de estos diez años no es el de los anteriores. En esta década se ha dado una modernización importante en el sector, que está dando pasos hacia adelante para adaptarse a una normativa cada vez más exigente de trazabilidad, con métodos muy supervisados, de reducción de abonos químicos como marca la PAC, de crecer en un modelo de agricultura y ganadería ecológica, de economía circular. Creo que el campo tiene un futuro asombroso. Son los que tienen la encomienda de alimentar a un planeta que sigue creciendo y que en pocos años estará en más de 9.000 millones de personas.
¿Cuál sería la mejor noticia que puede contar el programa?
Creo que la noticia más esperada es que el relevo generacional está garantizado. Sigue siendo una asignatura pendiente. Para que esto tenga futuro tiene que haber nuevos hombres y mujeres que se dediquen a la agricultura y a la ganadería y que cojan el volante. Que sigan dando continuidad a todo el esfuerzo de sus familias, que lo hagan de forma decidida, que digan que han llegado para quedarse.
Durante esta década, ¿cuántas veces ha tenido que ampliar la estantería que alberga los premios que ha recibido?
(Risas). Los premios son un reconocimiento del esfuerzo y testigos de si aportamos algo al sector. No nos hacen levitar, pero sí es un mensaje de aliento para seguir mejorando, y sobre todo para que seamos más conscientes de la responsabilidad que tenemos desde el plano informativo. Una de las cosas que nos dicen los agricultores es "lo que decís, para mí va a misa". Eso a nosotros nos genera escalofrío. Que un agricultor diga que lo que ve en el programa es como la palabra de Dios nos lleva a ser más exigentes, más rigurosos, a contrastar mejor la información y a intentar no equivocarnos.