Un médico toledano lidera un estudio pionero para descubrir el algoritmo metabólico del envejecimiento exitoso
- La investigación, coordinada por el doctor Francisco José García, busca determinar con un análisis de sangre quiénes envejecen mal para revertirlo.
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Lograr la eterna juventud o la ‘muerte de la muerte’ parecen quimeras lejanas, pero un equipo multidisciplinar, liderado por el doctor Francisco José García, jefe del Servicio de Geriatría del Complejo Hospitalario de Toledo, trabaja para conseguir una revolución que supondría un cambio de paradigma en la medicina preventiva: lograr que cualquier persona a través de un simple análisis de sangre pueda conocer a edades tempranas cómo va a envejecer y recibir recomendaciones preventivas personalizadas para llegar a la vejez manteniendo una buena calidad de vida. Un enfoque que también ayudará a reducir la carga económica asociada a la dependencia en la vejez.
“Envejecer no es solo acumular años; es crucial asegurar que esos años estén acompañados de buena calidad de vida y autonomía”, afirma el doctor García, coordinador del Estudio Toledo de Envejecimiento Saludable (ETES), un proyecto de investigación, que se inició en 2006 y que ha evolucionado hasta convertirse en una iniciativa pionera que busca desarrollar herramientas preventivas y predictivas para asegurar un envejecimiento exitoso, que minimice la probabilidad de desarrollar patologías discapacitantes en edades avanzadas de la vida.
“Nuestro objetivo en este proyecto es identificar patrones para poder determinar y validar un algoritmo ómico que pronostique con precisión en personas jóvenes menores de 65 años quiénes están en riesgo de tener un envejecimiento no exitoso o, por el contrario, cuales de ellos están destinados a llegar a edades avanzadas de la vida en buenas condiciones de salud y funcionalidad”, explica Francisco José García.
¿Qué es la huella ómica?
Pero, qué es la huella ómica. Básicamente es una fotografía metabólica en un instante dado de nuestro organismo, que a diario desarrolla múltiples procesos celulares que nos permiten la existencia. Cuando estos procesos se desregulan, los metabolitos y proteínas que se generan también cambian generando un patrón que puede ser identificado.
“La huella ómica nos dirá si alguien está en riesgo de dependencia futura, mucho antes de que aparezcan los síntomas”, explica García. Y es que, si se logra detectar este patrón en individuos de mediana edad o en aquellos con estilos de vida menos saludables, se podría prever un envejecimiento acelerado, permitiendo una intervención temprana para revertirlo con el consiguiente ahorro económico. Asimismo, en aquellos cuya expresión de biomarcadores sea de envejecimiento exitoso se podrán reforzar las estrategias de mantenimiento de la salud.
“Buscamos dotar al sistema de salud un conjunto de instrumentos que puedan ser útiles en la prevención de la enfermedad, pero, sobre todo, en el mantenimiento de la salud. Queremos que el algoritmo se aplique en consultas de Atención Primaria, donde su uso podría tener un impacto significativo en la prevención de la dependencia en la vejez, ya que el objetivo es que las personas mayores cuenten con una buena situación funcional que les permita mantener el rol”, concluye García.
La 'ISO de la salud'
Para definir esta ‘ISO de la salud’, el estudio pretende identificar las firmas ómicas profundas que se mantienen en el tiempo y que son las claves en el envejecimiento exitoso. Para ello el equipo va a analizar la expresión metabolómica, lipidómica, transcriptómica y micrómica en personas nonagenarias y centenarias, es decir, aquellas que han alcanzado una longevidad excepcional demostrando así buena salud. A partir de los patrones observados en este grupo, se pretende identificar las mismas características en personas menores de 65 años, que han sido analizadas en estudios anteriores como el ETES mediana edad y el ETES fenotipos y están consideradas como personas con buena salud.
La fase de validación del algoritmo ómico cuenta con la colaboración de varios centros de investigación en toda España. El equipo coordinador del proyecto es el Grupo del ‘Estudio Toledo de Envejecimiento Saludable (ETES)’ codirigido por el jefe del Servicio de la Unidad de Geriatría del Complejo Hospitalario de Toledo (CHUT), Francisco José García, y por el director del CIBERFES, Leocadio Rodríguez Mañas. En el ETES participan el Servicio de Geriatría del Complejo Hospitalario Universitario de Toledo y la Facultad de Ciencias del Deporte de la UCLM liderada por los catedráticos Ara y Alegre. Además, cuentan con la colaboración de médicos y enfermeras de la Gerencia de Atención Primaria de Toledo.
El grupo de Fisiopatología Metabólica del Instituto de Investigación Biomédica de Lleida (IRBLleida), bajo la dirección de Mariona Jové; el grupo de Oncología celular de Instituto de Investigación Sanitaria Biogipuzkoa, liderado por Ander Mateu y Verónica Moncho; y el Grupo de Atención Primaria de Albacete, coordinado por Ignacio Párraga, completan el plantel de centros de investigación multidisciplinares involucrados en el descubrimiento de la huella ómica del envejecimiento saludable, un reto científico y médico en el que Castilla-La Mancha juega un papel fundamental. Y es que no hay que olvidar que, tanto el grupo de Francisco José García como el de Ignacio Párraga, forman parte del Instituto de Investigación Sanitaria de Castilla-La Mancha (IDISCAM).
Está previsto que el trabajo de campo del estudio, financiado con 600.000 euros por el Fondo de Investigaciones Sanitarias (FIS) del Instituto de Salud Carlos III, comience en enero de 2025.
Varias etapas
Hasta llegar a la definición de este patrón ómico, verdadera ‘piedra filosofal’ de este proyecto, la investigación, que acaba de cumplir su mayoría de edad, ha ido pasando por distintas etapas. Todo empezó con el ‘Estudio Toledo Envejecimiento Saludable (ETES)’ que, en palabras del doctor García, es el proyecto más reconocido internacionalmente”. Durante 12 años, 3.000 personas han sido evaluadas cada cuatro años para observar su trayectoria de envejecimiento.
A medida que se desarrollaba el estudio, el equipo del ETES decidió estudiar a personas de edades avanzadas, creando el estudio ‘Toledo Plus’ para evaluar a más de 370 nonagenarios y 70 centenarios. “Queríamos entender los factores de protección en aquellos que han logrado una longevidad exitosa”, detalla García.
La siguiente fase, llamada ETES Mediana Edad, evaluó a un grupo de más de 400 personas entre 50 y 55 años. El equipo analizó factores vasculares como la rigidez arterial o el estado de los vasos cerebrales y la funcionalidad vascular. “La hipótesis es que el envejecimiento vascular es uno de los principales determinantes de un envejecimiento no exitoso”, señala García, que explica que a la edad de 50-55 años “empiezan a ser notorios los efectos del envejecimiento, pero parte de ellos pueden ser reversibles”.
A los participantes se les realizó una resonancia magnética cerebral para comprobar el impacto de las alteraciones vasculares en el cerebro y para detectar posibles atrofias y pruebas de esfuerzo físico para identificar el grado de ajuste cardiovascular, así como exámenes para determinar la salud muscular y ósea de cada uno de los participantes. “Estamos terminado el estudio ahora y los resultados preliminares son por el momento buenos. Las hipótesis que teníamos parece que están cristalizando y estamos publicando los primeros resultados en revistas internacionales de alto impacto”, explica Francisco José García.
Sedentarismo y obesidad
Posteriormente, los investigadores decidieron investigar más a fondo el impacto del sedentarismo y la obesidad y de sus contrarios -la actividad física y una nutrición equilibrada- en el envejecimiento. El estudio, que aún está en marcha, es el ETES Fenotipos, que se centra en personas de 20 a 50 años con el objetivo de dar una perspectiva vital a la investigación.
En él se compara a personas con hábitos sedentarios y obesidad frente a aquellas que realizan actividad física regular y mantienen un peso saludable. Según García, “este estudio busca contrastar cómo el envejecimiento es más precoz en quienes llevan un estilo de vida sedentario y tienen sobrepeso, que en las personas que son más activas”.
Los hallazgos del ETES abren interrogantes sobre el máximo potencial de vida humana. Aunque existen registros de personas que han vivido hasta 122 años, la mayoría de los investigadores considera que el límite de la longevidad humana ronda los 130 años. Sin embargo, Francisco José García explica que la meta del equipo que dirige no es extender indefinidamente los años de vida, sino asegurar que los años vividos sean de calidad. “Nuestro objetivo es que las personas lleguen a edades avanzadas con salud y funcionalidad, no solo agregar años a la vida”, concluye García.