En la tarde del pasado sábado 14 de diciembre, la comunidad misionera y la ciudad de Toledo recibieron "con profundo pesar" la noticia del fallecimiento del Padre Luis Pérez, sacerdote javeriano e Hijo Predilecto de Toledo. El Padre Luis Pérez, conocido por su dedicación "incansable" a las misiones y su vida entregada al servicio de los más vulnerables, partió a la casa del Padre en Makeni, Sierra Leona, país donde dedicó gran parte de su ministerio.
El Padre Luis Pérez dejó "una huella imborrable" en la vida de quienes lo conocieron. Hombre de fe, humildad y compromiso, enfrentó "con valentía y amor" los desafíos de un país marcado por la pobreza, la guerra y la epidemia del ébola. Su vida estuvo guiada por una frase que repetía con frecuencia: "Cuando todos se van, nosotros, los misioneros, nos quedamos".
Nacido en Toledo, el Padre Luis Pérez siempre llevó a su ciudad natal en el corazón. "Toledo no es una ciudad, sino un sentimiento; parte de lo que soy", afirmó en más de una ocasión. Su vocación misionera nació en la Parroquia El Buen Pastor de Toledo, donde encontró el boletín de los Misioneros Javerianos, comunidad que finalmente lo acogió. Desde entonces, dedicó su vida a ser un puente de amor entre Toledo y las periferias del mundo.
Momentos de dificultad
En Sierra Leona, vivió momentos de extrema dificultad, incluidos un secuestro por parte de grupos militares rebeldes en 1999 y los estragos de la epidemia de ébola en 2014. A pesar de estos desafíos, nunca perdió su espíritu de servicio. Trabajó "incansablemente" para apoyar a niños soldados, reconstruir comunidades y acompañar a quienes sufrían las peores consecuencias de la pobreza y el conflicto.
Fernando Redondo Benito, animador misionero y amigo cercano del Padre Luis Pérez, expresó "con emoción" su gratitud por el testimonio de vida del misionero: "Luis era la encarnación del Evangelio en las periferias del mundo. Su vida nos enseña que el amor no tiene fronteras y que, en medio del sufrimiento, siempre hay esperanza. Era un hombre que irradiaba sencillez y humildad. Su ausencia deja un vacío inmenso, pero también un legado que nos impulsa a seguir adelante con el compromiso misionero".
En 2015, el Ayuntamiento de Toledo reconoció su labor nombrándolo Hijo Predilecto de la ciudad. "Recibo este honor con humildad, pero mi lugar está aquí, junto a los más necesitados", afirmó entonces el Padre Luis Pérez, quien declinó viajar a Toledo para recoger el premio, priorizando su labor en Sierra Leona.
Fernando Redondo ha querido destacar en nota de prensa que para la Archidiócesis de Toledo la figura de este misionero ha sido muy importante: "El Padre Luis Pérez representó el compromiso misionero de nuestra archidiócesis. Fue un ejemplo vivo de lo que significa ser un misionero: estar en las duras y en las maduras, siempre al servicio de los demás".