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Corazón MAL ROLLO EN UN RESTAURANTE QUE NO PASÓ INADVERTIDO

Lo que faltaba: La mala uva de Urdangarin con la Infanta Cristina según testigos

18 mayo, 2018 07:27

Hora del almuerzo en el restaurante Luigia, de la rue Adrien Lachenal, en pleno centro de Ginebra. Un restaurante ideal para familias con niños o para clientes vegetarianos, como la reina doña Sofía. La familia Urdangarin celebraba allí hace dos años el cumpleaños de uno de los cuatro hijos de la infanta Cristina y el ex duque de Palma. La abuela doña Sofía viajó desde España para acompañarles, también una de las hermanas de Iñaki. Los otros seis hijos de los padres de Iñaki siempre han apoyado a su hermano sin fisuras y durante el juicio del caso Noós en Palma, Mikel y Clara Urdangarin estuvieron presentes en la sala para dar testimonio de la solidaridad familiar.

Doña Sofía, la infanta, Iñaki, su hermana y los cuatro niños, ocupaban la mesa que habían reservado previamente. Justo al lado estaba sentado cuando llegaron un matrimonio español que reconoció de inmediato a la familia, como es lógico. El almuerzo transcurrió con normalidad hasta que el matrimonio español percibió los gestos de contrariedad de Iñaki Urdangarin cada vez que su esposa Cristina abría la boca. No escucharon la conversación exacta de uno y otro pero la permanente actitud irritada y hostil de Urdangarin hacia Cristina, que aguantaba callada el mal humor constante de su marido, era demasiado evidente y les resultaba sorprendente y muy incómoda, según cuenta ahora Informalia.

Mientras, doña Sofía y la hermana de Iñaki seguían hablando con los niños, intentando ignorar el mal rollo de la mesa. Los vecinos españoles no comprenden aún hoy ese "desprecio de Iñaki hacia la madre de sus hijos", que ha permanecido junto a su marido, en el amor hasta que la cárcel les separe, seguramente después. 

El testimonio de este matrimonio, testigo involuntario de la escena, coincide con informaciones recientes de medios fiables, que dan cuenta del rencor y enfado monumental de Urdangarin hacia la familia de su esposa, a los que culparía de no haber creído en su inocencia y de no haber hecho nada para impedir que se sentara en el banquillo o que al menos la sentencia fuera meramente simbólica.