En los últimos tiempos no es sencillo ver juntos a los Reyes eméritos más allá de actos tradicionales y programados, y menos aún junto a su hija la Infanta Cristina. Pues bien, esta fotografía se producido en la ciudad alemana de Hannover a donde acudieron para animar a su nieto Pablo Nicolás Urdangarin, en un crucial partido de balonmano en el que el joven y sus compañeros se jugaban los cuartos de finales de la categoría A-Juniors de la Bundesliga. En el grupo familiar también se encontraba la madres de Iñaki Urdangarín y la benjamina de la Infanta, Irene, especialmente atenta con su abuelo, a quien acompañó de la mano a la salida del estadio para evitarle algún indeseado traspié en las escaleras, según relata El Mundo en una extensa crónica del momento.
Se trataba de un evento familiar, de carácter estrictamente privado. Pero, como ha ocurrido en el último año con otros episodios que han contado con Doña Cristina como protagonista, hubo una clara voluntad publicitaria para transmitir esa imagen de familia bien avenida que se enmarca en la estrategia de rehabilitación de la Infanta. Aunque el encuentro tiene otra lectura menos benigna para la Corona. Porque la reaparición de los Eméritos juntos y tan distendidos -no se les veía unidos desde el pasado 10 de enero, cuando participaron en la entrega de los Premios Naciones del Deporte en el Palacio de El Pardo- pone una vez más en entredicho la estrategia de Zarzuela de ningunearles de la Agenda oficial.
Ya ni se intenta disimular ni se dan explicaciones de ningún tipo. Fuentes próximas, pero oficiosas, se limitan desde hace meses a decir que Don Juan Carlos va por libre, que está incontrolable. Y ni se ponen excusas para afrontar sus sonadas ausencias de actos como la reciente Misa de Pascua en Palma de Mallorca, ni para que se entienda por qué prácticamente no se cuenta con él en representación de la Corona.
Volviendo al partido de balonmano del segundo hijo de Urdangarin y la Infanta Cristina, fue ésta la primera en dejarse ver en el estadio Gudrun-Pausewang-Halle de Burgdorf, municipio situado en el distrito de Hannover, en el estado federado alemán de Baja Sajonia. Muy relajada, sin importarle ser captada por las cámaras, disfrutó del calentamiento del equipo y saludó desde la grada a su retoño. Cabe recordar que Doña Cristina, que desde las pasadas Navidades ha evitado en la medida de lo posible ser fotografiada en lugares públicos, ya acudió a finales de marzo a animar a su hijo a otro encuentro.
Poco antes del comienzo del partido, accedieron al recinto Don Juan Carlos y Doña Sofía, que llegaron en el mismo coche junto a la Infanta Elena y Claire Liebaert. Todos llevaban bufandas del TSV Hannover Burgdof, por el que Pablo Urdangarin fichó en septiembre del pasado año. Y, como otros forofos cualesquiera, llevaban pancartas en las que podía leerse "You can do it! ¡Vamos!" en apoyo del chaval.
La sintonía entre la madre de Urdangarin y sus consuegros no pasó desapercibida. Claire Liebaert y Doña Sofía compartieron incluso paraguas. Hacía muchos años que no se les veía juntos. Antes de que estallara el caso Nóos, la relación era bastante cordial. La hoy Emérita no dudó, por ejemplo, en desplazarse a Vitoria en mayo de 2012 para dar el pésame a su consuegra tras la muerte de su marido, Juan María Urdangarin. Pero, desde el momento en el que el ex duque de Palma fue encausado por graves delitos de corrupción, como parte del cordón sanitario que estableció Zarzuela, la relación de Don Juan Carlos y Doña Sofía con los familiares de su yerno se rompió. No así la de Doña Elena. La primogénita de los Eméritos acompañó a su hermana y a su cuñado en varias celebraciones de Nochevieja en la capital vasca en casa de la matriarca del clan Urdangarin.