Tras uno de los años más duro para Ana Obregón, marcados por las irreparables pérdidas de su hijo, Aless, y de su madre, la actriz comienza a recuperar la sonrisa. En la clausura de la décimo tercera edición del Festval de Vitoria, Ana se convirtió en una de sus protagonistas al recibir el premio Joan Ramón Mainat. Un galardón que le entregó su amigo Boris Izaguirre y ante el que no pudo evitar emocionarse al tenerlo en sus manos.
"Estoy muy emocionada, pero sobre todo muy agradecida. Había pensado algo, pero ahora ya no sé qué decir. Me entregáis este maravilloso premio Mainat a mi trayectoria, os puedo asegurar de corazón que ha sido un privilegio trabajar durante… ¡madre mía! casi cuatro décadas en mi pasión, en mi amor, en la televisión. Estaba recordando mi bautizo en la tele… había solo dos cadenas, era un programa con Pedro Ruiz, un telediario de cachondeo que se llamaba 'El pirulí que te vi', esto fue en el año 1983 y ese mismo año el gran Fernando Navarrete dijo esta chica vale y dijo que podía hacer el programa de fin de año con seis horas en directo. Yo dije que también quería cantar y bailar y ahí me enamoré de la televisión", comenzaba Ana su emotivo discurso.
Visiblemente emocionada, tras recordar sus inicios en televisión, sin reprimir las lágrimas, quiso expresar la emoción que le producía recibir este reconocimiento, transmitir que está recuperando las fuerzas y las ganas de seguir adelante, así como brindárselo a dos pilares fundamentes en su vida y que ya no están con ella, su hijo y su madre: "Dalí dijo que la tele es esa pantalla en la que uno ve todo lo que se puede imaginar y yo nunca me imaginé estar aquí y lo que queda, porque sé que voy a tener fuerzas para seguir. Estoy más nerviosa que cuando me he puesto delante de España para dar las campanadas, se me ha secado hasta la boca que nunca me ha pasado. Sé que esta noche hay dos personas que estarían muy orgullosas de mí, esas 2 personas son mi madre y mi hijo. Este premio es para ti mamá y para ti Aless y también agradecer al Festval que se acordara de mí". Bueno, hijo, mamá, ¡por vosotros!".
Embriagada por la emoción, Ana posó orgullosa con el merecido galardón y, con su particular sentido del humor y característica sonrisa con la que todo ilumina, no tuvo reparos en reconocer el percance que había sufrido. "He tenido un problema, se me ha roto el vestido", confesó, aludiendo al espectacular diseño blanco de escote drapeado de Redondo Brand que lució junto a una gargantilla con el nombre de su hijo.