Mucho calor y muy pocas lluvias. Esa es la realidad que han percibido los habitantes del centro de España durante el verano, aunque eso no significa que nos encontremos en una situación de sequía o de escasez hídrica. Así lo asegura la Cátedra del Tajo UCLM-Soliss, que ha analizado en profundidad los datos existentes sobre precipitaciones y reservas de agua para poder sostener tal afirmación.
La Cátedra sostiene que, según el cuadro de precipitaciones elaborado con datos de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), "el año hidrológico (medido desde otoño) ha sido muy irregular". "El invierno ha sido mucho más seco de lo normal (noviembre, enero y febrero se califican como muy secos), seguido de unos meses de marzo y abril muy húmedos, siendo el mes de mayo extremadamente seco y los meses de verano como de una situación de sequedad inusual", añaden.
Como resultado, "el balance anual nos dice que se han registrado un 20 % menos de precipitaciones acumuladas en comparación con la media del periodo 1981-2010". Pese a ello, el Índice Estandarizado de Precipitaciones (SPI) del Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico indica que "no ha habido un descenso significativo de las precipitaciones anuales en la cuenca", aunque "han sido ligeramente más reducidas, pero dentro de la normalidad".
La Cátedra del Tajo, además, recuerda que los indicadores de sequía que maneja la Confederación Hidrográfica del Tajo (red de pluviómetros de AEMET y la red de control hidrológico propia) indican también que "la situación sería de normalidad en toda la cuenca hidrográfica". "No podemos, por tanto, decir que (actualmente) estemos en situación de sequía prolongada en ninguna unidad territorial de la cuenca del Tajo", defienden.
Tampoco la situación es de escasez
Los expertos afirman, por otra parte, que en la cuenca del Tajo tampoco padece hoy por hoy una situación de escasez de aguas, que supondría que "no se encuentran en un determinado territorio recursos suficientes para satisfacer los usos del agua, sea por las razones que sean".
Según los indicadores de manejados, "la situación global en la cuenca es de normalidad". No obstante, "el sistema de Riegos del Alagón se encuentra en situación de pre-alerta, lo que podría dar lugar a medidas de ahorro, control y seguimiento, pero no a medidas de gestión que supusieran una restricción en los usos".
La situación más preocupante está en el sistema del Bajo Tajo, que acaba de entrar en situación de alerta (según los datos adelantados del mes de agosto), aunque con las reservas actuales "no están comprometidas las demandas, incluidas los caudales establecidos en el Convenio de Albufeira para el río Tajo en Portugal". Este sistema está dimensionado para dar servicio a los usos hidroeléctricos por lo que, aún en alerta, el resto de usos están garantizados.
En definitiva, defiende la Cátedra, "no puede decirse en términos generales que exista una situación de escasez en la cuenca del Tajo". Además, "el agua para abastecimiento humano supone un 20 % del agua total disponible y en el orden de prioridades de usos del agua ocupa el primer lugar. Por lo tanto, no nos enfrentamos actualmente a una situación de medidas restrictivas de consumo doméstico", recuerdan.
No obstante, apuestan por la prevención y recuerdan que "es importante que se pongan con tiempo los medios adecuados para adaptar los usos a un posible periodo seco por si la falta de precipitaciones generalizadas que padecemos desde mayo en la cuenca del Tajo persiste". "Y a medio y largo plazo, las demandas de la cuenca deben adecuarse a los recursos disponibles en el contexto de cambio climático actual, en el que la precipitación media actual en la cuenca es un 12 % inferior a la media del periodo 1940-1980", finalizan.