Existe, por supuesto, la menopausia en los hombres... aunque no en todos. En ellos se llama andropausia, hipogonadismo masculino tardío o síndrome de deficiencia de testosterona. Suele aparecer a partir de los 40, pero a veces se retrasa y lo hace en torno a los 50. Esto no tiene nada que ver con la llamada "crisis de los 40 o de los 50", que se relaciona más con otras circunstancias emocionales o estéticas y no tanto con las hormonales. Si todas estas se juntan, realmente es una crisis necesitada de tratamiento psicológico.
Es cierto que en la andropausia se producen cambios que afectan emocionalmente a los hombres, pero por cuestiones hormonales, fisiológicas, por la caída de los niveles de testosterona, que es su gran hormona. Vamos a ver estos síntomas y, más adelante, la repercusión tanto a nivel físico como psicológico. También veremos cómo afecta a la relación de pareja.
A diferencia de la menopausia en las mujeres, que se produce de una forma brusca con la desaparición de la regla y una caída muy rápida de los niveles hormonales (y como consecuencia síntomas inminentes y claros), en los hombres ocurre de una forma más gradual, con cambios que la persona nota y síntomas que no sabe a qué atribuirlos, pero que ahí van tejiendo un síndrome (múltiples sensaciones y cambios) que, en conjunto, está claramente identificado o causado por la andropausia.
Se bromea a veces con esta etapa hormonal del hombre, pero es real y de duración indeterminada: a veces meses y otras años hasta que se estabiliza y desaparecen algunos de los síntomas, pero la mayoría de ellos quedan. Los típicos son los siguientes:
- Disminución del tamaño de los testículos (de ahí el nombre de hipogonadismo tardío).
- Insomnio que se manifiesta como dificultad para iniciar el sueño o despertares nocturnos, a veces acompañados por apneas.
- Disminución de la libido. No entienden por qué tienen menos ganas y necesidad de sexo en comparación con antes, y empieza una preocupación en algunos casos obsesiva.
- Disfunción eréctil, en forma de pérdida de erección y no de impotencia. Menor tamaño y dureza del pene, en ocasiones por la flacidez cuando no se llega a tener una erección completa.
- Depresión y ansiedad, ganas de llorar sin motivo y no ya sólo fisiológicamente por la bajada de la testosterona, sino por verse distintos en su función y desempeño sexual. Les crea una "impotencia" psicológica que en ocasiones convierte cualquier momento sexual en evitativo y fóbico. En un primer lugar pueden llegar a hacer comprobaciones aumentando la frecuencia de la masturbación para ver si es algo que depende de ellos o no. Masturbaciones frecuentes sin deseo ni excitación, sólo con el fin de comprobar si mantienen o no la erección. Pueden incluso buscar relaciones fuera de la pareja, pero en general les da miedo por si "fallan". Se convierte en un bucle mental patológico que agrava en general toda la sintomatología propia de la andropausia, y ellos siguen sin saber qué les está pasando.
- Hay aumento de peso y, sobre todo, aumento de la acumulación de grasa en la zona abdominal, como ocurre en la menopausia en las mujeres, en las que cambia también la distribución de la grasa por motivos únicamente hormonales.
- Disminución de la energía por la bajada de testosterona y a veces, además, por el estado anímico.
- Sofocos, escalofríos, sudoración por momentos -como en las mujeres-, con evidencia a veces de rojez en la cara y el cuello.
- Osteoporosis.
- Pérdida de masa muscular.
- Pérdida de altura (sí, es curioso pero real).
- Disminuye la fuerza en la eyaculación y también disminuye el volumen de semen expulsado.
- Aumenta la sensibilidad -hasta ellos mismos se extrañan- y reconocen (a mí en la consulta) que se ven con comportamientos de mujer, no pudiendo tener relaciones con alguien (en caso de no tener pareja) si no tienen sentimientos.
- Hay menos erecciones espontáneas y matutinas.
- Se produce ginecomastia, el pecho crece.
Estos síntomas, si se mantienen mucho en el tiempo, pueden hacer que llegue un síndrome metabólico que consiste en que aparezca aumento del colesterol, de la tensión arterial y de la glucosa. Y si este síndrome ya existía, puede hacer que la aparición de la andropausia se acelere, independientemente de que también está dictada genéticamente. Toca cuidarse sí o sí. Independientemente de esta etapa de andropausia, los niveles altos de glucosa en sangre, la diabetes y la hipertensión arterial bajan los niveles de testosterona.
Consejos contra los síntomas
Hay formas exógenas de mitigar un poco los efectos de este periodo de cambios, sobre todo a través del ejercicio físico moderado y de la alimentación, incluyendo plátanos (aumentan la libido), espinacas, huevos, atún, frutos secos, ajo o brócoli, todos ellos precursores de la fabricación de testosterona. En cuanto a los suplementos, cuidado con lo que se compra y dónde, pero viene bien la ingesta de cinc, calcio, omega 3 y maca.
Cuidado también con no obsesionarse con aumentar los niveles de testosterona, porque a nivel médico existen geles, pastillas y parches para aumentar estas cifras cuando ya son muy bajas. El exceso del uso de estos "medicamentos" y la producción de testosterona en niveles más altos de lo normal puede aumentar el riesgo de desarrollar cáncer de próstata. Y la obsesión viene dada sobre todo por la disfunción sexual que se produce, con lo importante que es para los hombres este tema de la sexualidad. ¡De los más importantes!
Muchos de los hombres informados, cuando se reconocen estos síntomas, los niegan o no los comentan con nadie porque lo ven como algo despectivo, como algo que tiene que ver con su hombría, virilidad... Y, además, lo ven como síntomas muy exclusivos de las mujeres en la menopausia, sobre los que muchas veces ellos mismos han bromeado.
Informar a la pareja
Ellos no quieren tener eso, ni tener menos testosterona. Aquí empieza el problema de la aceptación psicológica y de la adaptación a esta nueva etapa de cambios a la que tendrán que hacer frente no solo ellos, sino también sus parejas, a las que es muy importante informarles para que entre los dos puedan mitigar las consecuencias para ambos. Muchas mujeres no saben de la existencia de la andropausia y no identifican estos síntomas y estos cambios comportamentales en sus parejas como algo que el cuerpo está dictando que pase, sino que lo atribuyen a razones, excusas, propias de ellos. Incluso llegan a sospechar de alguna infidelidad. Con lo cual, a nivel de pareja muchas veces se crean o agravan problemas ya existentes, porque la situación no es propicia.
Pobres, porque realmente lo pasan mal. Pero, como decía antes, la mayor preocupación de un hombre es la calidad y cantidad de su desempeño sexual, ponerse las estrellas, quieran o no quieran reconocerlo explícitamente, y dejar satisfecha a su pareja. Esta parte les hunde emocionalmente y es muy importante el tratamiento psicológico llegado a este punto y el apoyo de su compañera de vida y de sexo.
La disminución del deseo sexual hace que con menos frecuencia busquen a la pareja y la pareja, por ende, se siente menos deseada. Piensan que hay otras, que ya yo nos atractivas para ellos... y también sufren emocionalmente este proceso. Esta etapa deteriora la calidad de vida en ambos y produce mal humor, por lo que a veces también se le ha puesto el nombre del "síndrome del hombre gruñón".
Entonces, aunque la andropausia se produce en torno a los 40 o 50 años como máximo, nada tiene que ver con la llamada crisis de esta edad, pero si ya han comenzado los síntomas sí se van a mezclar estos cambios fisiológicos, en el aspecto físico y dificultades a la hora de mantener relaciones sexuales, que afectarán obviamente a la autoestima y a la seguridad en uno mismo.
Es cuando comenzarán las búsquedas de reafirmación de uno mismo, sobre todo a través del coqueteo y del aumento de interacciones con otras mujeres, sin necesidad de llegar a tener sexo, porque mucho llegados a ese punto lo evitan por miedo a fallar. Solo necesitan esa dosis de reconocimiento femenino y hasta ahí casi siempre. Claro, se arreglarán más, se cuidarán más y harán cosas distintas buscando tener otra vez ese "estatus dentro de ellos" que a nosotras nos parecerá sospechosísimo. Y ahí ya tenemos el siguiente problema, el de pareja.
Insisto en que sería necesaria más información y más divulgación de estos temas tan ocultos y poco aceptados por uno mismo, casi tomados de forma liviana socialmente, para evitar esos otros problemas innecesarios como consecuencia.