Actualmente, el dolor crónico es uno de los problemas de salud más importantes de la población, siendo la causa más frecuente de consulta médica. Y dentro del dolor crónico tiene una elevada frecuencia el dolor neuropático. A pesar de que el abordaje farmacológico ha avanzado mucho en las últimas décadas, en determinadas ocasiones no es suficiente, siendo necesaria la intervención o búsqueda de otros tratamientos que en ocasiones son más o menos invasivos.
Unos de los tratamientos que se lleva utilizando desde hace aproximadamente dos décadas es la estimulación magnética transcraneal (TMSr) y la estimulación con corriente directa transcraneal (tDCS), las cuales forman parte de las llamadas técnicas de estimulación cerebral no invasiva (NIBS). Estas técnicas de estimulación modulan la actividad de la corteza cerebral para modificar la señal que llega al cerebro sobre el dolor.
El propósito principal de estas técnicas es obtener los efectos esperados a los que producen los fármacos, actuando en zonas concretas de la corteza cerebral. La aplicación y utilización de estas técnicas es muy segura, mostrando una efectividad de entre el 40-60 % de los pacientes que no muestran respuesta al tratamiento con fármacos y puede ser aplicada para múltiples trastornos de tipo neuropsiquiátrico. Dentro de la neurociencia se están llevando a cabo un amplio número de trabajos de investigación para estudiar las funciones motoras, sensoriales y cognitivas.
Concretamente, la TMSr tiene un efecto analgésico de eficacia demostrada (nivel de evidencia A), siendo considerada una técnica segura e indolora, especialmente para el tratamiento del dolor crónico farmacorresistente. La TMS utiliza el principio de inducción electromagnética que fue descrito por Michael Faraday en 1831, el cual describió que un campo magnético variable en el tiempo puede inducir voltaje que fluyendo a través de una bobina de hilo conductor genera un campo magnético, pudiendo influir en las neuronas de la corteza cerebral. Pero no fue hasta 1985 cuando Barker y colaboradores de la Universidad de Sheffield, que demostraron que colocar una bobina generadora de corriente eléctrica sobre la cabeza de un ser humano evocaba una respuesta motora de algunos músculos de la mano, pudiendo de ese modo evaluar la integridad o funcionamiento de las vías motoras del sistema nervioso central. Habitualmente la intensidad del campo magnético inducido es de 1-2 T, siendo el área de la corteza cerebral que puede estimular de unos 3cm2 y 2cm de profundidad.
Por otro lado, tDCS es una técnica que consiste en aplicar una corriente galvánica de baja intensidad sobre el cuero cabelludo del sujeto con la finalidad de estimular determinadas áreas del cerebro. La acción principal de estas corrientes cerebrales es modular (modificar) la actividad de las neuronas, sin inducir directamente su despolarización.
El origen de las técnicas de estimulación cerebral no invasivas se remonta al siglo XIX. En 1802, Giovanni Aldini aplicó estimulación eléctrica en la cabeza de cadáveres de presos recién decapitados pudiendo observar lo que llamó como "muecas faciales". Pero ha sido en este último siglo durante el cual se han desarrollado el mayor número de investigaciones.
En el Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo, concretamente en el grupo FENNSI, dirigido por el Dr. Antonio Oliviero, se están utilizando estas técnicas desde hace aproximadamente 15 años para el tratamiento del dolor crónico fármacorresistente.
Los pacientes que atiende son principalmente personas que han sufrido una lesión medular y presentan dolor de tipo neuropático, así como pacientes derivados de otras unidades (Unidad del Dolor o UCA) pertenecientes al Hospital Universitario de Toledo, las cuales ya han realizado varios tratamientos de tipo farmacológico para el dolor sin haber obtenido demasiado éxito.
Yolanda Pérez Borrego es la autora de este artículo y miembro del grupo de investigación FENNSI del Hospital Nacional de Parapléjicos, que dirige el Dr. Antonio Oliviero.