En 2020, el año de la pandemia, se robaron 26.008 vehículos, casi un 26 % menos que el ejercicio anterior, un descenso que, en la misma proporción (un 25,6 %), continuó en el primer trimestre de este año debido a las restricciones por la covid-19.
Así, y según el balance criminalidad del Ministerio del Interior, entre enero y marzo de este año se denunciaron 7.243 sustracciones de vehículos, frente a las 5.393 del mismo periodo de 2020 (fue el 14 de marzo de ese año cuando se decretó el confinamiento).
Seguramente los 39 coches híbridos valorados en más de 3 millones de euros cuyo robo detectó la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil en la operación Tolex se incluyen en esas denuncias.
El jefe de la Sección de Delincuencia Organizada del Automóvil de la UCO, el teniente Óscar Trasorras, explica a Efe una operación que permitió desarticular a una banda formada por cinco personas, dos de los cuales, los cabecillas, eran de origen búlgaro y con una alta especialización en este delito. Uno de ellos, un viejo conocido ya de los investigadores.
Objetivo: Lexus y Toyota
Tras el "parón" de los ladrones de coches durante el estado de alarma -no podían aprovechar la impunidad de la noche porque había más controles ni el paso por puertos como el de Algeciras por el cierre-, la banda de los búlgaros se puso manos a la obra, como pudo comprobar después la UCO.
Como relata el teniente Trasorras, los agentes de su sección, como es habitual, analizan casi diariamente las denuncias de los coches que se roban en España y sacan sus propias conclusiones.
Y en esta ocasión las estadísticas reflejaban un incremento de sustracciones de coches híbridos, como el Lexus RX450 (el de la gama Luxury cuesta casi 100.000 euros), valorado en casi 70.000 euros; el Toyota RAV-4 o el Toyota C-HR, y apuntaban a un mismo "modus operandi".
Fue en noviembre del año pasado cuando los agentes de la UCO pusieron en marcha la investigación, señala el teniente, quien subraya que el robo de híbridos no solo atendía a razones de la propia demanda por encargo, sino también a la nueva política para el mercado del automóvil que tiene como objetivo una menor contaminación y reducir el diesel.
20 segundos para acambiar de dueño
A estos expertos ladrones de coches le bastaban 20 segundos para que un automóvil de alta gama cambiara de dueño.
Pero antes del robo, que perpetraban con lo que ellos denominan "la máquina" -una unidad de control electrónico- en apenas 20 segundos, los búlgaros "inspeccionaban" las distintas zonas de Madrid a bordo de un Lexus robado al que le habían puesto la matricula de un vehículo legal de la misma marca y modelo.
Aparcamientos, zonas de restaurantes, las propias calles... Los ladrones recorrían la capital y otros municipios de la Comunidad de Madrid para fijar su objetivo.
Una vez "fichado" el coche que les interesaba, se acercaban a él y comprobaban que el entorno era seguro, sobre todo, que no hubiera presencia policial.
Si no detectaban nada "sospechoso", uno de ellos quitaba el faro del coche, de la zona del copiloto, introducía la "máquina", entraba en el vehículo y emprendía la marcha con solo apretar el botón "Start Stop", precedido por el Lexus conducido por otro miembro de la red.
Pero si la maniobra no iba a ser segura, balizaban el vehículo para hacerle un seguimiento y sustraerlo en el momento idóneo. Incluso, en el interior de garajes comunitarios a los que entraban cuando el coche "fichado" lo hacía también.
El enfriamiento
Ya el vehículo en su poder, lo trasladaban hasta aparcamientos de centros comerciales e, incluso, de hospitales como el de la localidad madrileña de Arganda del Rey. Allí lo dejaban para que se "enfriaran", es decir, para comprobar que sus dueños o las fuerzas de seguridad no los habían localizado.
Porque, además, para impedir su localización les cambiaban las matrículas por otras que se correspondían con las de coches que circulaban legalmente.
Y cuando consideraban que el "enfriamiento" ya era suficiente, los trasladaban a naves, algunas en la localidad de Meco, mientras preparaban la documentación falsificada correspondiente.
Un experto falsificador y conexión en Toledo
Para culminar el proceso era necesario falsificar el número de bastidor, una tarea que llevaba a cabo un español de origen marroquí afincado en Murcia y gran experto en esta materia. Tanto es así que, como subraya el teniente de la UCO, la falsificación era "indetectable" hasta para los concesionarios.
Este hombre tenía un familiar convaleciente en un hospital próximo a la capital y aprovechaba alguno de sus viajes para visitarle, recalar en Madrid y completar su "trabajo".
Y ya dotados de "legalidad", el siguiente paso era venderlos, sacarlos de España. Para ello era fundamental la participación de otro español de origen marroquí radicado en Seseña (Toledo), con contactos con una empresa de transportes belga que sacaba los coches en camiones de siete en siete.
La empresa no sabía que eran robados, como han comprobado los investigadores. Los coches se trasladaban unos a Bulgaria por carretera y otros hasta el puerto de Nantes-Saint-Nazaire (Francia), donde eran embarcados con destino al continente africano.
Entre 3.000 y 6.000 euros era el precio de venta de los vehículos, algunos robados por encargo y otros para ponerlos a la venta en esos países. Algún otro pasaba a manos de algún miembro de la red como pago por su participación en la actividad ilícita.