A estas alturas de la vida todos los hombres saben de la existencia y de la importancia de la próstata, sobre todo los más mayorcitos, para quienes se hace más presente a partir de los 50, cuando ya es obligada la revisión por parte del urólogo. Aunque parece que está ahí "de adorno" es una glándula vital en la salud sexual masculina.
Fisiológicamente, se encarga de producir el líquido transportador y protector de los espermatozoides generados en los testículos. Anatómicamente, se encuentra muy cerca de la vejiga y es accesible al tacto a través del recto. La identificamos porque es un abultamiento del tamaño aproximado de una nuez y se ve aumentada si se produce irritación o inflamación. A nivel sexual, es muy fibrosa y está recubierta de muchas terminaciones nerviosas, con lo que la estimulación manual de la misma produce mucha excitación y acelera la eyaculación.
Se pueden producir alteraciones de la próstata, sobre todo inflamación, si se tienen pocas relaciones sexuales, ya que si no se expulsa el líquido seminal que produce tiende a acumularse, con lo que a veces es necesario un masaje prostático para que se elimine, y otras veces se produce la salida de semen de forma espontánea, sin sexo físico ni imaginado.
Estar sentado mucho tiempo también es un factor de "riesgo" inflamatorio; subir en bici, por la presión del sillín, otro más. Y, por otro lado, existen otras causas no benignas como neoplasias, que en muchos casos requerirán de tratamiento quimioterápico, radioterápico o extirpación. De ahí la importancia de las revisiones anuales y control analítico del PSA.
El punto G masculino
Sexualmente, la "salud" de la próstata es decisiva, a nivel fisiológico, en las disfunciones sexuales y en la cantidad de placer que se siente durante las erecciones y la eyaculación. La próstata es el equivalente al punto G en la mujer, y la estimulación produce un extra de excitación. Puede masajearse de forma directa introduciendo un dedo en el ano o de forma indirecta, externamente, acariciando o haciendo presiones en el periné, que es un abultamiento que se encuentra entre los testículos y el ano.
Muchos hombres son reticentes a que se les "ronde" esa zona y mucho menos a consentir una introducción de nada. Es, más que nada, una cuestión de educación, porque si supiesen el placer que produce todos se apuntarían a la experiencia. Piensan y temen sentir algún tipo de placer que asociarían con algo homosexual e, incluso ellos mismos, empezarían a dudar sobre su virilidad.
Evidentemente, esto no se puede hacer de cualquier manera porque, ya de por sí, el roce del ano produce una contracción involuntaria de defensa, si antes no se han tenido experiencias placenteras en esa zona.
Siempre con lubricante
Es muy, muy importante estar en un contexto sexual agradable y relajado, contar con un buen lubricante al agua o aceite (no vaselina, que es muy densa) y tener paciencia y delicadeza al centrarse en la zona.
Partiendo de la postura de bocarriba y teniendo una cierta excitación previa, hacer caricias perianales y con bastante lubricante comenzar a introducir el dedo o algún juguete sexual con mucha delicadeza porque es una zona de mucosa muy fina.
A unos dos centímetros, como máximo a unos cinco, se encuentra la próstata. Si no logramos identificarla, podemos preguntar a nuestra pareja si estamos acertados o no, porque las sensaciones que se sienten son inconfundibles: más placer justo ahí y sensaciones parecidas a las de ganas de hacer pis, sobre todo.
Una vez que hemos conseguido diferenciarla, comenzaremos suavemente a hacer gestos con el dedo equivalentes a "ven, ven" mientras se toca el pene, por ejemplo.
Esta práctica multiplica la excitación no solo para ellos, también para ellas, ampliando el abanico de prácticas sexuales que pueden darse en cualquier pareja. Recordemos que todo vale en una relación siempre y cuando los dos estén de acuerdo.
La estimulación de la próstata también se puede hacer a uno mismo durante la masturbación o, en caso de inflamación, como decía antes, para liberarla de líquido seminal, sin estar en erección.
Ana Maria Ángel Esteban. Psicóloga Clínica. Sexóloga
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