Todo es poco cuando se trata de sentir. Queremos más, experimentar, descubrir y, a veces, hasta nos hacernos adictos al sexo por exceso de placer y de repetición de esa gratificación. Por eso, cada vez encontramos una oferta más amplia de juguetes sexuales para aumentar las sensaciones, durante el coito o con uno mismo, a nivel físico.
Nos centramos en la estimulación física de genitales y zonas erógenas, ¿pero qué pasa con las sensaciones que aportan las palabras, la vista, la imaginación, la actitud, la sensibilidad y el amor? Eso es algo que no se ve, sino que se siente y está fuera del aprendizaje conductual de la práctica sexual.
Las otras sensaciones, en personas con alguna discapacidad sensorial, se compensan y se multiplican por mucho cuando se acompañan de sentimientos. Todos, absolutamente todos los sentidos son esenciales. Cada uno cumple su función anatómica, pero en la sexualidad se altera la importancia objetiva, estableciéndose preferencias que incluso anulan en ocasiones la presencia de algún sentido, prescindible para ese momento concreto y para esa persona concreta. Para unos el tacto es lo más, sentir al acariciar y al ser acariciados; para otros lo es ver el cuerpo del otro, sus gestos. También las palabras y la voz pueden ser lo más excitante para alguien, y para las mujeres suelen ser importantes los olores, tanto naturales como el perfume, como aditamento de la excitación.
Los sentimientos como juguete
En cualquier caso, los sentimientos son el mejor juguete para esmerarse al dar placer y el mejor ingrediente para recibirlo de quien te da la chispa emocional. No hay desempeño sexual estandarizado que cree placer, a excepción de la estimulación directa del clítoris y del pene... y con miramientos. Siempre suavidad y pistas de tu pareja en forma de movimientos y/o palabras.
Y volviendo a las discapacidades sensoriales, las más comunes son la ceguera y la sordera. También existe, en menor medida, la incapacidad táctil, las no sensaciones en la piel, no sensaciones táctiles, sobre todo en las manos. Pero tengamos en cuenta que estas personas son íntegras como el resto en emociones, sentimientos, pensamientos y no tienen ninguna dificultad en cuanto a seducir y en el desempeño sexual. En cualquier aspecto de su vida, compensan esta dificultad sensorial con un desarrollo extra de los otros sentidos: el gusto, el tacto, el olfato… Entonces, no por eso disfrutan menos en el sexo que otro cualquiera sin ese tipo de dificultad. Es más, al compensar, tienen desarrollados los otros sentidos más que el resto y son capaces de disfrutar y hacer disfrutar más con las otras capacidades/sentidos a los que tienen entrenados ya en otros aspectos de su vida. Con lo cual, el sexo no se diferencia e incluso tiene su otro sexapil al romper la normalidad esa implícita, que parece que se exige al tener sexo con otro alguien "normal".
Cada persona centra su placer -por costumbre, repetición, atención selectiva, etc.- en una parte de su cuerpo, en unas acciones determinadas, en palabras, en caricias... Cada uno tiene su preferencia y forma máxima e infalible de excitarse. Unos necesitan unas caricias especiales, otros escuchar palabras determinadas, la respiración, suspiros; otros se excitan al máximo con algunos olores, otros con músicas, con luz ambiente, con prendas determinadas (lo más curioso, con calcetines blancos). En fin, los sentidos están ahí, a nuestro servicio, todos o especialmente algunos, para llevarnos a dimensiones no explicables ni descriptibles.
Con lo cual, nos equivocamos si pensábamos que estas personas con dificultades en alguno de sus sentidos no son capaces de disfrutar con normalidad del sexo ni de dar placer a su pareja en el sexo, porque las habilidades que desarrollan en sus otros sentidos, para ellos compensatorios, pueden hace a más de una o uno experimentar algo distinto que en sus registros experienciales aún no existía.